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¿Y Si Digo Que No?

¿Y Si Digo Que No?ES

Adolescente
Alegría Grey  Completo
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Resumen
Índice

Sinopsis

JuventudRealidadFuturoEmocionalSuspensodestinoamor-odio

Minett Biancheri. —¿Qué estás haciendo? —espeto girando el monitor—. Lee bien el documento, dice Bianchi. Me enfrenta levantando el mentón. —Es un simple error, ¿pero quién era? —formula ante mi evidente molestia. —Es la chica que, en contra de sus instintos, no logró evitar mi muerte.

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Último capítulo

  • Epílogo

    La grama bajo mis pies relaja en dominó mi cuerpo. Todos estamos aquí, la primera casa en la que Minett y yo vivimos. Una inmobiliaria se la vendió a nuestra madre como si fuera perfecta: piscina, cuatro habitaciones, concepto abierto, y un patio seguro para tus hijos. Mamá no tuvo en cuenta que sus hijas no eran el mayor símbolo de seguridad, ni yo siendo su hermana mayor la llegué a proteger. —¿Te mató así sin más? —cuestiona Dissa haciendo un ademán—. Por eso vendieron esta casa. —Denme un premio por ser su primera víctima —bromeo mordisqueando mi labio inferior—. ¿Tú cómo te enteraste, Hungría? —lo señalo levantando la cabeza. Él ve hacia los lados como si estuviese hablando con él. Trono mis dedos en un gesto de impaciencia. —Yo estaba en esa esquina cuando caíste muerta —señala el punto donde se camufló—. Minnie me vio directo a los ojos, corrió hacia mí y rompió en llanto. Ella era inocente —concluye limpiando una lágrima traviesa.

  • Capítulo Veinte: Yo

    Termino de poner mi pie derecho en el interior de la sala y retrocedo por el aturdimiento de ver a veinte personas observándome. Me encamino hasta el único sofá individual libre ubicado, casualmente, en medio de todos.—Hola —digo dejando caer mi peso en el mueble—. ¿A qué se debe su visita? —formulo, me es interesante, mas no extraño tener a un número de Biancheris aquí.—Solo queremos saber cómo estás —contesta mi tío Peter mientras se cierne contra mí, igual que el resto.—Dinos, ¿cómo te ha ido? —inquiere Oleína sarcástica. Con sumo cuidado cierra su mano alrededor de mi cuello.Quiere asfixiarme. Pataleo, pero no me suelta.—Ural, Galo, Street, todos ellos —en lo que trato se zafarme de su agarre aparecen los mencionados en compañía de un par de desconocidos.

  • Capítulo Diecinueve: Ellie

    11:01 p.m.El televisor transmite las noticias locales. Un accidente vial es lo más relevante que dice. Me paso la mano por la nuca. Desde hace un buen rato una molestia me obliga a masajear mi pecho.—Mejor me tomo un analgésico —restregando mis manos una contra la otra, me encamino al botiquín guardado en el estante del baño principal.Cojo un bote blanco, lo elevo un poco y la última pastilla cae en mi palma. Voy hacia la cocina, tomo un vaso y lo lleno con agua del grifo.—Por lo dioses que me curo —digo lanzándola a mi boca y tomando un trago.Mis ojos se desvían cruzándose con un girasol artificial. Lo compré para Minett cuando entró al jardín de niños. Antes de salir me dijo que quería una planta que poder regar, la muerte de estos seres ante su presencia le bajaba el ánimo. Así que se la mostré al llegar a

  • Capítulo Dieciocho: Enfermo

    Odio este hospital. Aleka vino anoche a verme, en medio de risas convulsionó, e intenté ayudarla, pero mi fuerza solo dio para presionar el botón de auxilio. Acudieron a mi habitación, la resucitaron, y con cada choque mi corazón emprendía una velocidad acomedida. Los instrumentos la devolvieron a la vida. Estuve en la orilla de la camilla a punto de caerme por la ausencia de vigor en sus ojos, eran solo tinieblas.En otras noticias, soy el paciente que no se la pasa en las sombras, camina en medio y ni un enfermero nota mi presencia, además, el olor metálico hospitalario empieza a adherirse a mi piel, y eso me hará residente eternamente.Aprovechando mi invisibilidad, me escabullo por las escaleras de emergencia y subo hasta la azotea. Los bombillos lucen como luciérnagas a esta distancia.—No son nada —susurro sentándome en el borde.—¿Por qué no

  • Capítulo Diecisiete: Escombros

    Bajo las persianas. Me sumerjo en la oscuridad de mi habitación. Con la pantalla de mi celular ilumino el último cajón a mi derecha. Saco un libro del tamaño de mi mano, del grosor de la misma. Me paseo por las páginas hasta toparme con la cartulina amarillenta. Contiene cien alertas por ambos lados, descripciones diminutas y su nombre en el encabezado.El día que Lenny reunió la osadía para entregarme este libro me recordó la forma tan común de conocerme, cuando no sabía que él era el padre de mi mejor amiga.—Hola, muchacho —dijo estrechando mi mano—. Bienvenido a la ciudad.Me habló de las desdichas de Lake, mencionó que mis tíos temían haberme llevado consigo, el índice de extravíos iba en aumento, y no descubrían al culpable.—Es difícil irse de un lugar así—Le pregunté

  • Capítulo Dieciséis: Papel

    Mi eterno hogar es acudido por la famosa abuela y el estorbo que me acompaña a todos lados, mi hermano Zizzer.El desorden que es mi habitación no genera en mí ni un atisbo de vergüenza, soy más que eso, y un ropero sucio esparcido por mi cama no me definirá, o al menos eso dice mamá con sus charlas pasivo/agresivas.Los Biancheri cruzamos caminos una vez al año, y esta no es la excepción, ella está aquí hablándonos de la luz de sus ojos que se atrevió a desligarse legalmente de nosotros con un sutil cambio en su apellido.—Bianchi no está hecha para saber la verdad —Es cierto, la niñata ni siquiera puede andar por las calles sin su adorada abuela—, destruiría su vida.Como lleve Minett su vida no me va ni me viene, si quiere arruinarlo todo, pues bien, no quiero salpicaduras. Por su parte, recibo una mirada acusatorio porque he

  • Capítulo Quince: Cenizas

    El denso añil cubriendo las paredes del dormitorio de mamá definen las emociones que tienen mi cabeza inflamada. Acabo de caer en cuenta respecto a la visita a la montaña, cuando amaneció decidimos bajar cuidadosamente, caminé con extrema cautela, un nivel tan improbable para mí que, irónicamente, resbalé antes de llegar a la cabaña.Pero, si no lo hubiese hecho, el cuerpo putrefacto de Sedán seguiría esperando a que alguien tenga valor para anunciar su desaparición. Una bolsa de papel bien acomodaba reposaba sobre su pecho, creí que las elevaciones se debían a la vitalidad de su ser, sin embargo, el exterior refutaba mis alucinaciones.Fuimos unos tontos al ignorar a Sedán, además, lo que fuese que contenía esa bolsa, brillaba más que mi incierto futuro. Nos convencimos de que fue una decisión sensata para evitar escarmientos y miramient

  • Capítulo Catorce: Enervados

    Luego de aquella llovizna que atrajo muchas personas, continuamos de fiesta hasta que la Luna se alzó frente a nosotros. Con el propósito de olvidarse de la fastidiosa universidad, salimos de madrugada a la tan añorada montaña. La cabaña sigue teniendo ese dulce detalle rústico que tanto la caracteriza, a diferencia de la última visita, ya perdió el ápice tétrico en su puerta.Como en hechos previos subimos hasta la cima a pie, trayendo consigo la carpa, comida y cámaras para mantener vivo este recuerdo.—Quizás no vengamos en un buen tiempo —digo enjugando mis ojos, el clima frío primero saca impurezas luego me congela.—Minett, deja tus lloros y ayúdame a armar esta cosa —pide Feicco señalando el bolso enredado en el cabello de Dissa.—Ven rápido, no quiero terminar calva, Minnie —ahora ella lloriquea golpea

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22 chapters
Prólogo
¿Y Si Digo Que No?/Alegría Grey
Minett Bianchi.La noche de luna llena cae sobre mí. Seguido me veo atrapada por los diversos aromas mezclándose con la humedad; es una inyección de felicidad. En la primera esquina que cruzo, el único farol alumbra la entrada de la panadería favorita de mi madre. Una sonrisa tira de mis comisuras al pensar en las donas de chocolate que mamá tanto adora. Aparco y me adentro al establecimiento, un denso olor azucarado golpea mi nariz.Mientras me aproximo hacia el mostrador comparto una mirada cómplice con Linda, una mujer de cincuenta años, dueña del lugar y experta en la preparación de un sinfín de postre.—Tres donas de chocolate, Marina —le ordena a su hija para que busque mi pedido frecuente—. ¿Cómo has estado, Minnie? No es sano que madrugues los fines de semana —me recrimina, una tarea que se ha tomado muy en serio este último añ
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Capítulo Uno: Cementerio
¿Y Si Digo Que No?/Alegría Grey
He visto a las personas darme sus condolencias; no me pierdo la forma en que suspiran aliviados junto al ataúd. «¿La odiaban?» Es lo que me gustaría saber, mi obstáculo principal son mis guardaespaldas: mis supuestos amigos.En las venas me corre sangre impregnada en ira. Ellos cruzaron todas las líneas que había establecido. Me hablan como si estuviese a punto de propinarles un puñetazo entre ceja y ceja. Lamentablemente están en los cierto. Me han decepcionado. Van a desecharme; nadie le hace tal barbaridad al mejor prospecto de amiga.Resoplo viendo que una chica de mi edad se aproxima y detiene sus pasos frente a mí.—Mi más sentido pésame, Minett —acaricia mis manos—. La señora Biancheri era muy querida por mí, es triste que haya caído en la demencia a tan temprana edad.Arrugo frente, nariz y boca. «¿Cóm
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Capítulo Dos: Balcón
¿Y Si Digo Que No?/Alegría Grey
Me encuentro sentada de piernas cruzadas en la sala de mis tíos. Ellos desde la cocina no pierden de vista los movimientos de sus hijos, a su vez, me dan unas cuantas miradas indescifrables. Meto una cucharada de helado a mi boca que saboreo lentamente.—¿Por qué tío Peter e Irina los ven de esa forma? —cuestiono. Estiro las piernas para descansar un poco.Oleína traga saliva desviando la mirada a su tazón. Abro un poco los ojos en dirección a Zizzer. Él frota su nariz fuertemente.—Vamos al patio, pequeña.Me incorporo y los sigo.—Si la memoria no me falla, tú mataste a unos cuanto hace años —hace una pantomima—. Mamá y papá nos cuidan de ti, tus genes son tan fuertes como los de Galo.¿Galo Strett? Fue expulsado de una fiesta organizada por mamá, es el único del que estoy al tanto.&mda
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Capítulo Tres: Patriarca Mentiras
¿Y Si Digo Que No?/Alegría Grey
El atrapante aroma de la pasta con albóndigas de la señora Hudak me hace agua la boca. La textura de la carne bien condimentada es mi mayor debilidad. Aleka discute sobre mi trabajo desde que empezamos a comer.—Creo que ya lo hablamos, y juntas, Aleka —mastico velozmente la pasta que juega en mi lengua—. Tengo que cuidarme yo sola —sentencio.Taris Hudak, madre de mi mejor amiga disfruta su obra de arte en silencio, nos da unas cuantas miradas desaprobatorias, pero no cambiaré de opinión.—Ustedes construirán un futuro, déjenme hacer lo mismo —apuñalo una albóndiga—, punto y final.Hablar del trabajo me irrita, lo repiten como si mi destino fuese vivir en las calles.—Llevas una mala vida, ¡El tabaco acabará contigo! —saca a colación lo que ella considera el mejor argumento, y tengo dos días fumando un cigarrillo
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Capítulo Cuatro: Retractarte
¿Y Si Digo Que No?/Alegría Grey
Sadisha Madsen.Con mis nudillos enjugo mis ojos caídos. Hoy desperté a las cuatro, madrugué como nunca, y eso me pone en una mala posición. En la sala están Eliam y Aileen, mis hermanos. Ellos juegan algo que consiste en disparar, por consiguiente, en gritarle a la pantalla plana. —Esto es paz —digo acurrucándome en el sofá mientras alzan la voz.Mi cabeza da giros transportándome al lugar sagrado.Estoy cubierta por oscuridad. Con mis brazos despejo el panorama. Descubro el cementerio municipal. Miro a mi alrededor donde la tierra transparente muestra a nuestro equipo amistoso en decúbito dorsal.Pateo la caja fúnebre que aparece sin avisar. La pequeña estructura amenaza con enterrarme, y en un arrebato logro salir de ahí. El cambio de estabilidad revuelve mi estómago.—No era mi petición,
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Capítulo Cinco: Perdida
¿Y Si Digo Que No?/Alegría Grey
Aleka HudakAlguien me está siguiendo.La antigua sensación escarba en mi cabeza.Unos cuantos rayos de sol entran a través del gigante tragaluz en la recepción del Centro de Estudios Universitario. Sumerjo mi mano en el bolso que tengo para tramitar mi futuro, y me desespero al palpar el interior entero sin hallar los documentos de admisión y aceptación por parte del instituto.Me excuso frente a Mina, la encargada de ingresar mi información en el sistema. Sin embargo, la pesadez en mis hombros también me obliga salir de aquí. Choco con el calor abrasador emanando de la carretera. La avenida está atestada de personas que para mi desgracia transpiran, gritan y empujan. Aún estando rodeada por sucios transeúntes, percibo un repulsivo aliento en mi nuca; la sombra de quien me niego a mencionar.Veo de reojo, y en ninguno de mis vistazos está. Aterrada,
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Capítulo Seis: Frivolidad
¿Y Si Digo Que No?/Alegría Grey
Lo parecidos que somos a una familia removió mis piezas. Ese fue el tercer año consecutivo yendo a la casa de las montañas. La abuela y mi madre no dudaron en mofarse de nuestros quejidos, ya estaban acostumbradas.Eran seis horas excluyendo las veces que nos deteníamos para llenar de oxígeno nuestros pulmones. Estuvimos siete horas subiendo, no podíamos más; faltaban dos vueltas de treinta minutos.—No se quejen, Hungría guardó los refrigerios —No lo pensé bien mis , todo se tiraron sobre él para arrebatarle la comida. Parecían animales.Jadeantes completamos una vuelta. Nos sentamos en la tierra a descansar de nuevo. Entonces un vehículo todo terreno no nos dejó ni asquearnos por la transpiración que impregnaba la tela. De él bajó un chico que iba sin camisa y solo. Lucía como alguien de fiar, pero insinuarse lo hizo ver mal
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Capítulo Siete: Hechos
¿Y Si Digo Que No?/Alegría Grey
Dissa Burban.Suelo cuestionarme por qué me siento atraída por las asignaciones, presentarlas y según mi posición, defenderlas. Mis padres supieron desde el día uno que su hija había nacido para argumentar; velar por las personas.Ellos me dijeron que compartir también viene con la vocación, que existe una profesión que con sus abismos y cimas, me traería mucha satisfacción laborar. Se habían equivocado en un punto clave, estar vestida de forma elegante, apelar y objetar no es lo que yo quiero.—Y por eso ya no estudiaré leyes —puntualizo al mismo tiempo que finalizo un párrafo de mi tarea.—Mmmm, muy interesante —contesta indiferente.Minett y yo estamos estudiando en el garaje de mi casa. Ella se ha quejado de eso mil veces, en consecuencia, le respondo que la señal Wi-Fi es más fuerte
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Capítulo Ocho: Alerta
¿Y Si Digo Que No?/Alegría Grey
Las ruedas del vehículo color negro, cuatro puertas y marca indefinida recorren la autopista reducida Lance. Este es conducido por Dissa, Minett es su fiel acompañante.—Tengo hambre —manifiesta quien se encuentra en el puesto de copiloto—. Aliméntame.Sus exigencias son opacadas por la fuerte música que llena el interior. Ella resopla mientras recoge los pocos mechones de cabello que tiene en una coleta alta. Mira hacia la ventana, el sol de las seis empieza a calentar el ambiente, hecho favorable para ellas porque la primera parada se aproxima.—Saca del bolso plateado los sándwiches —Es lo que dice la conductora luego de haber sacado el carnet de circulación y su licencia.Un hombre entrado en años examina los papeles, hace un ademán y les entrega la documentación junto a su ticket de entrada.El dulce ronroneo del motor reanuda el camino. La de cabello
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Capítulo Nueve: Retorno
¿Y Si Digo Que No?/Alegría Grey
Dormir fue una tarea complicada. Lograron cerrar los ojos alrededor de las 4 a.m. Entre bostezos, tiran los residuos y limpian el auto. Ya en él, sostienen la ley del hielo que están aplicando desde ayer, Lenny Gael representa un problema en el aire de ambas.Por otro lado, la provincia de Lake está sumida en alegría y confusión, demostrando el ánimo atípico organizando un desfile para el mes siguiente. A través de la ventana se ven habitantes comprando lo que requieran en ferreterías, centro de telares y mercerías. El despertar ciudadano deja como consecuencia para los turistas calles congestionadas.Minett le atesta un golpe al volante, han quedado atrapadas en un embotellamiento y las incesantes llamadas de Hungría la irritan, sin mencionar que Dissa la obligó a desechar el único cigarrillo que escondió. El efecto generado durante su entrada persiste, las siguen observa
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