—¡Estrella Bianco Morelli! Le rompiste la cabeza —exclamó con furia la madre de la rubia, que abrazaba a una chica al borde del llanto, un poco por el coraje que sentía porque su hermano menor le había arruinado la sorpresa, y un mucho por la preocupación que sentía luego de haberle roto la cabeza a su hermano menor.
—No era el plan —aseguró la futura madre, sintiéndose en serio mal por lo que pasaba, pero no solo moralmente, también se comenzaba a sentir mal físicamente—, pero me enojó lo idiota que puede llegar a ser.
Rebecca no dijo nada más, su hija también podía llegar a ser muy idiota algunas veces, pero decirlo en ese momento solo empeoraría las cosas, por eso se lo guardó para el futuro, uno que definitivamente iba a llegar.
—Ni siquiera parecen adultos —farfulló Alessandro Bianco casi enojado—, yo solo les advierto que si siguen comportándose como adolescentes malcriados así los voy a tratar, par de inconscientes.
Los dos regañados miraron a su padre en silencio, luego de eso