—Peter ya está listo —Max anunció, colocando una tablet en las manos de Adam.
—Coney, te veo mal, ¿otra vez te tiene loco Jaya? —bromeó Peter, la voz de él atravesando el despacho del empresario.
Adam no se lo tomó en serio, todo el que conocía al agente sabía que cuando Embert bromeaba en medio de una crisis, era para aligerar el ambiente.
—Es muy tarde para eso, rubio. Además, eso no ha dejado de pasar. Y ahora es peor.
Peter, serio, asintió a sus palabras.
Mientras Max acomodaba sobre la mesa baja un trípode para la tablet y un vaso de whisky, Adam, como era natural en él, analizaba el entorno del agente de seguridad allá donde estuviese. El abogado le daba premios a la discreción. No había ventanas alrededor del rubio que indicara qué hora era en aquel lado de la pantalla. Peter no iba vestido de escuadrón, solo portaba una franela blanca, eso es lo que veía Adam, además de las cadenas militares alrededor de su cuello, elementos que le hicieron recordar momentos junto a Jaya,