Capítulo 61. ¿Cómo es posible que mi madre tenga otro hijo?
Sebastián, que estaba a punto de dejar el salón, se detuvo al observar cómo dos guardias de seguridad ingresaban, sujetando a una de las criadas de manera poco profesional.
La mujer lo miró con ojos llorosos y suplicantes.
—Señor, le juro que no he hecho nada. Es injusto que me culpen sin pruebas— gritaba la mujer, mientras era forzada a avanzar.
—¿Qué significa esto? No tienes derecho a tratar así al personal, es ilegal — intervino Sebastián, enfrentando a su abuela con fiereza.
—Resulta que te prometí investigar el asunto del abortivo y descubrimos que esta mujer guardaba entre sus pertenencias, esto —la anciana mostró el medicamento ilegal, y la mujer comenzó a negar con la cabeza.
—Eso no es mío; es la primera vez que lo veo —alegó en su defensa, llorando sin parar.
Ana cruzó los brazos sobre su pecho y empezó a balancearse sobre un pie con altivez.
—Ves, Sebastián, me condenaste cuando la verdadera culpable era otra persona —declaró, aliviada, dirigiéndose de manera indirecta a