Lyra
Desde el día anterior me encontraba entusiasmada por la degustación a la que acompañaría a Amelia, pero ahora me sentía con el estómago poco dispuesto a colaborar. Había podido comer algunos platillos, que estaban bastante buenos, pero mi paladar no podía prestar realmente atención a las diferencias entre uno y otro.
No podía dejar de pensar en Landon y en su posible esterilidad. Era posible que aquello fuese la causa de la pérdida de nuestro primer bebé y, según internet, podía tener pequeños embarazos que no se logran y que fueran la causa de mis retrasos menstruales.
Estaba claro que no deseaba tener otro bebé después de lo que había pasado, pero ¿por qué me afectaba tanto la idea de que Landon fuera estéril?
—No te gustó nada, ¿cierto? —me preguntó Amelia cuando regresamos a la oficina—. ¿Te sientes mal?
—No, no, no es eso —le respondí—. Es solo que, para mi mala suerte, me siento un poco revuelta hoy.
Los ojos de Amelia brillaron. No necesitaba preguntarle nada; y