Capítulo 47

- Isa , vamos a comer a tu restaurante¿sí?

- Pues claro que sí, lo que mi niña desee---contesté sonriendo. Desde que mi niña llegó, no dejé de sonreír. Ella es mi alegría y por lo visto la de Felipe también porque desde hace una semana , se ve más feliz que nunca. Miré hacía el despacho de mi marido y los vi salir por la puerta del mismo. Tan felices , como si fueran padre e hija--- sonreí. Parecíamos una familia de verdad, por la calle la gente nos miraba con una sonrisa en los labios.

Llegamos al restaurante donde ya teníamos nuestra mesa preparada. La misma de siempre al lado del gran ventanal de donde mi Lorena podía el parque. Muchas veces Felipe la llevaba ahí mientras yo remataba las últimas tareas que me quedaban y desde ahí los vigilaba.

- Isa, mañana voy con Daniela a visitar a David en su trabajo---estaba encantada de pasar tiempo con ellos, la querían con locura---David me va a enseñar su despacho y luego vamos a comer un helado---hizo una mueca cuando la vi seriamente---¿puedo? Felipe me tocó la mano por encima de la mesa y me guiñó el ojo. Resoplé sonriendo ¿Cómo iba a negarle un helado a mi niña? Y más cuando mi querido marido la defendía siempre.

Con la ayuda de su padre, David abrió su propio despacho de abogados y era muy bueno en su trabajo. Venía de familia de abogados y cabe mencionar que su padre era uno muy reconocido en la ciudad y no solamente. Por otro lado,la familia de Daniela no terminaban de aprobar su relación, pero poco a poco David supo ganar sus corazones y ahora sus suegros lo amaban como a un hijo más. Cada vez que teníamos que acudir a la cita con la terapeuta,Dani se hacía cargo de mi niña. No queríamos involucrarla de ninguna manera en nuestros asuntos "turbios", así que mi pobre Dani tomaba día libre todas las veces que nos hacía falta.

Las primeras dos sesiones me costó la vida hablar de mis problemas, de cómo me sentía, del peso que llevaba encima y no solamente. Felipe sin embargo, aunque se había puesto un poco sarcástico con mi petición, fue el que más se soltó. Íbamos bien, muy bien diría yo, pero todavía no estaba segura que quería seguir en el matrimonio. Lo cierta estaba que quería a Felipe y aunque lo negaba con la voz,mi alma gritaba el amor que sentía por él. Anhelaba sus toques, sus palabras llenas de lujuria, hasta las noches locas de pasión que solíamos pasar años atrás. El también lo hacía y me provocaba una y otra vez, y de eso me iba a dar cuenta cuando lo vi desnudo un día saliendo del baño. Sus pretextos falsos de que no sabía que estaba en casa , no me convencieron, pero ¡Dios mío! mi todavía marido era todo un Dios griego. Embobada quedé y como una estatua sin poder moverme por bastante rato. De por sí yo era muy tímida, siempre lo había sido y aunque me moría de ganas por sentirlo mio una vez más, nunca se lo diría. El reía burlón como siempre y se notaba a leguas que me deseaba...se le notaba.Pero yo necesitaba darle más tiempo a este asunto, un poco más.

*****

- ¿Cómo habéis estado estos días?---la pregunta de la terapeuta me bloqueó por un momento. ¿Cómo hemos estado? ¿Como una familia? Porque yo me sentí exactamente así. Se lo diría, pero no me quiero ilusionar y tampoco a él.

- En familia--- como si me fuera a leer los pensamientos, Felipe contestó. Abrí los ojos como platos.

- ¿Y tú Isabel?

- Más o menos--- balbucee sin mirar a ninguno. Jugaba con las manos, pues me sentía muy nerviosa.

- ¿Más o menos? ---rio ella ligeramente--- no estoy segura de entenderte. Creo que no me han dado esta respuesta nunca y llevo en este trabajo veinte años. Te veo un poco insegura Isabel, o tienes miedo de decir lo que piensas, o lo que sientes---la miré con incredulidad ¿Cómo era posible que me delate ? Miré de reojo a Felipe y le noté relajado,demasiado diría yo.

- Miedo no tengo,ya me he hecho a la idea de que si algo tiene que pasar , pues es así...eh...el destino habla muchas veces y nosotros no le hacemos caso.

- Mucho me temo que no te entiendo, pero haremos algo. Ahora que tenéis a ¿Lorena?--- asentí despacio--- os propongo que os comporteis como un familia. No es un secreto para ninguno de nosotros que queréis a la niña como si fuera vuestra propia hija...

- Es como nos hemos comportado hasta ahora desde que la niña está con nosotros---la cortó Felipe--- y nos va de maravilla ¿no es así Isabel?

Tocó mis manos y las relajé ya.

- Perfecto entonces--- añadió sin más--- Felipe, necesito que salgas unos minutos, por favor.

- Estaré fuera--- besó mi mano y salió.

En cuanto se cerró la puerta, ella habló.

- Ufff...por donde empiezo...Isabel, quiero que me cuentes exactamente lo que sientes y lo que piensas cuando tienes cerca a tu marido--- no sé si era idea mía pero cada vez que decía la palabra "marido" era como que me quería hacer entender que sigue siéndolo aunque yo era muy consciente de ello---primero lo que sientes.

- ¡Wow!--- cerré los ojos apretando los labios--- no sé exactamente por dónde empezar--- la miré a los ojos como si fuera a buscar una sugerencia--- ¿sabe?---entrecerré la cejas--- me odio a mi misma por todo lo que puedo amar a este hombre...me ha hecho tanto daño...---suspiré cambiando la mirada hacia la ventana.

- ¿Qué sientes cuando le ves?, mejor dicho, ¿que te provoca su simple presencia?

-Eh---respiré hondo---quiero gritarle que no merecía su desprecio, y quiero golpearle por todo el sufrimiento que me ha causado. Quiero reprocharle el abandono y su ausencia; quiero odiarlo por todas las noches que he dormido llorando y me he despertado en un mar de lágrimas, siento la necesidad de abrir su cabeza y dejarle claro que he tenido día tras día cuando no me he levantado de la cama porque ya no quería vivir. Había días cuando no me reconocía viéndome en el espejo...hay tantas cosas y tantos sentimientos contradictorios...---me sentía avergonzada, así que cambié la mirada a la estantería con libros que ocupaba toda una pared.

- Isabel, si quieres llorar estás en todo tu derecho. Alivia tu alma todas las veces que lo necesites, es así como nuestro estrés desaparece en la mayoría de las ocasiones. Sé que no es fácil, no debe de serlo, pero es una situación que requiere bastante fuerza de voluntad y paciencia. Y créeme cuando te digo que sé mejor que nadie de lo que hablo---suspiró.

- Yo...--- me cortó rapidísimo.

- Seguro que---permíteme por favor---en algún momento has tenido a tu lado personas que han sido tan importantes como Felipe, aparte de tu padre, que me contastéis que fue un pilar fundamental en tu vida. Pero tienes que entenderle a él también. Felipe vivió en mentira toda su vida y de alguna forma compartís el mismo destino. No habrá sido fácil para el descubrir que el hombre que te ha criado a ti, en realidad era su padre. ¿En algún momento te has parado a pensar en lo que él siente en relación a eso?

- Esto es el colmo---reí sarcásticamente--- el me abandona y yo tengo que ser considerada con el--- Me quise levantar, pero al instante pensé que ella tenía razón de algún modo--- ¿Se refiere a que tengo que perdonar a mi marido y seguir con el a pesar de lo que me ha escondido la verdad? ¿Acaso eso no es mentir?--- sentía que se me cruzaban los cables como aquel que dice.

- No , a ver, lo que digo es que tienes que poner en orden tus sentimientos y si crees que...

- Si creo ¿qué? El problema es que no sé si quiero seguir con este matrimonio y no estoy segura de querer darle una nueva oportunidad. Tal vez usted piensa que se la merece, pero yo creo...no sé ni lo que creo---bufé apretando las manos en mis rodillas---¿De qué me sirve venir aquí con el? Lo que no me da la gana es aceptar el daño que me ha hecho, ya que a pesar de haberme enamorado de él siendo una niña, siempre vi este matrimonio como una farsa, como un trato entre nuestros padres.

- Entonces la mejor forma de arreglar esto es el divorcio--- habló sería. La miré con la misma mirada de un asesino en serie, es como me sentía entonces---yo, solo digo que tienes que aprender que hay gente que solo están de paso por tu vida y de los que aprendes ,son tus lecciones más bien; y luego hay otros que vienen a quedarse y con esos tenemos que construir, tenemos que crear y seguir. ¿Cómo ves a Felipe? ---tomó su cuaderno de apuntes que había dejado de lado anteriormente y empezó a escribir.

- Como una lección que me ha enseñado no confiar en nadie, al menos en ningún otro hombre...por ahora--- mi frialdad me hizo temblar--- y no, no voy a divorciarme. El ha querido casarse, que me aguante así como yo lo he hecho durante todos estos años--- la terapeuta rio suavemente. Habrá tocado mi punto débil y su propósito.

- Ya hemos hablado de tus sentimientos, entiendo que amas a Felipe más de lo que se merece y permíteme hacer una paréntesis: ten por seguro que el te ama más de lo que tu podrías imaginar. Solo hace falta ver como te mira. En cuanto a los pensamientos que te rodean, entiendo que quieres "matarle"---hizo las comillas con los dedos---por haberte traicionado, según, y por un lado tienes toda la razón. No soy quien para culparte por sentir y pensar de la forma en la que lo haces. No obstante, toma en cuenta que somos seres humanos propensos a equivocarnos y los errores se pueden rectificar. ¿Te has equivocado alguna vez?--- reí levemente por su pregunta. No sé si me ponía a prueba.

- Desde que tengo vida tiendo a cometer errores, no soy perfecta y me gusta eso. Porque cuando cometo errores, aprendo la manera de enmendarlos y no volver a cometerlos. Aprendo y avanzo con eso.

-Muy bien Isabel--- se veía satisfecha por mi respuesta, pero más creo que era por mi tono tranquilo. Pasé mis manos por el pelo peinandolo y lo recogi en una coleta desordenada. Tenía calor.

- Maria, por favor dile a Felipe que pase---habló al teléfono fijo mientras yo arreglaba mi pelo. Felipe entró con rapidez y se sentó a mi lado sin quitarme la vista de encima. Vi de reojo cuando extendió el brazo para acariciarme la mano, y yo se lo permití. Mi corazón traicionero empezó un vaivén de latidos que daba la sensación de ser escuchados en toda la habitación. Había veces en nuestro matrimonio cuando su simple mirada o toque me traía paz en todos los sentidos,y otras veces ponía mis pelos de punta.

- Voy a salir--- abandoné la silla, pero no me fue permitido por su mano, alejarme demasiado.

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