Cuentos cortos & novelas

Explore una colección diversa de historias cortas cautivadoras que abarcan múltiples géneros. Perfecto para lectores que buscan un escape literario rápido y narrativas atractivas.
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Las luces que no me alcanzan - Todos novela & todos
Señora Amargura
Lucas había muerto. Unos días antes del funeral, Mariana ordenaba sus cosas cuando encontró un álbum grueso. En la portada, escrito con letras firmes, se leía: Amor eterno. Lo abrió... y allí no estaba ella, la esposa legítima. Era Helena, la joven que Lucas había acogido años atrás. Pero lo peor no era eso: toda la herencia de Lucas también quedaba a nombre de ella. Mariana murió con el corazón envenenado por el rencor. Y, sin entender cómo, al cerrar los ojos los volvió a abrir... en el pasado. Exactamente en la víspera de su boda con Lucas. Esta vez no pensaba entregarle la vida entera. Decidió vivir para sí misma, perseguir sus propios sueños y marcharse lejos. Lo que nunca imaginó fue que, al verla marcharse, Lucas perdería la cabeza y la buscaría con desesperación por todas partes.
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Liberarme de un Amor Roto - Todos novela & todos
Cherryblossom
Llevo tres meses enteros sin ver a mi esposo mafioso, Lucas Martín, y a nuestra hija Dora. ¿Y por qué ha sido? Porque su madre, Fiona, dijo que Dora debía quedarse con ella “por un tiempo”. ¿Y qué hay de Lucas? Ha estado igual de “ocupado en los negocios” como siempre. Así que cuando Lucas finalmente llamó y me dijo que vendría a recogerme para una reunión familiar en la villa, me alegré muchísimo. Pensé que tal vez, solo tal vez... podría finalmente volver a abrazar a mi niña. Paseé todo el maldito día por la ciudad, comprando sus muñecas favoritas, las chucherías que le gustaban, un vestido rosa nuevo, todo lo que pensé que la haría volver a sonreír. Pero cuando llegó el auto, no fue como lo imaginé. Antes de poder decir ni “Hola”, Dora se dio la vuelta, me echó un vistazo... y luego abrazó aún más fuerte a María, la criada. Escondió su cara en el cuello de María como si yo no estuviera ahí. Como si María fuera su mamá. Intenté acercarme a ella, pero Dora me dijo directamente que no quería viajar en el mismo auto que yo. Y María, con esa sonrisa falsa y a la vez cortés, seguía tratando de convencerme con gentileza de darle a Dora “un poco más de tiempo”. Miré a Lucas, esperando que interviniera. En cambio, solo se molestó, como si no le importara levantar ni un solo dedo para ayudar a arreglar las cosas entre nuestra hija y yo. Estaba claro que no me querían ahí. Entonces, ¿para qué intentar subir al auto? Me alejé de la caminoneta. Luego Lucas se volvió hacia mí y me dijo: —Quédate aquí. No tardaré. Lo que él nunca pudo entender era que... ya estaba harta de esperar por él.
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Las Tres Últimas Oportunidades - Todos novela & todos
Barquilla
Mi marido no me amaba, y mucho menos a nuestra hija. Desde el nacimiento de la niña hasta ahora, seis años después, ni una sola vez la había alzado en brazos. El médico dijo que padecía un trastorno emocional, que simplemente no sabía expresar sus sentimientos. Pero el día en que su "amada de juventud" regresó, mi marido, inusualmente, nos sonrió. Incluso, rompiendo todos los precedentes, le llevó un regalo a nuestra hija. Creí que por fin lo había entendido. Hasta que mi hija y yo vimos la foto de su pantalla del móvil. En ella, aparecía sonriendo, con los ojos brillantes, un brazo alrededor de una niña a la que le faltaban los dientes delanteros, y la otra mano sosteniendo la de su amada de juventud. Mi hija me tomó de la mano, con los ojos ligeramente enrojecidos. —Mamá, ¿no es hora de que nos vayamos? ¿Podemos darle a papá tres últimas oportunidades? —Si después de esas tres veces todavía no nos quiere, nos iremos.
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Elegí a Tu Hermano. Y Tú Ruina. - Todos novela & todos
Luna Roja
El día de mi cumpleaños número veinte, mi padre invitó a los líderes de una familia aliada a casa. Durante la cena, levantó su copa con una sonrisa y le dijo a su viejo amigo: —Ya va siendo hora de que mi pequeña princesa elija un esposo, y qué mejor que uno de tus hijos. Sin dudarlo ni un segundo, elegí a Salvatore, el menor de todos. Los presentes se quedaron atónitos. Después de todo, era un secreto a voces en nuestro círculo. Yo, la heredera de la familia Vinci, tenía un linaje imponente: mi padre pertenecía a una de las mafias italianas más antiguas, mientras que mi madre provenía de la familia DeNucci. Sin embargo, yo estaba perdidamente enamorada de Giovanni, el tercer hijo de la familia Carlo. Lo amaba con una devoción casi humillante, una de esas que te consumen por completo. En mi vida pasada, cumplí mi deseo y me casé con él. Él, a su vez, también consiguió lo que quería: usó la influencia de mi padre para convertirse en el heredero de la familia Carlo. Pero después de la boda, mi hermana adoptiva, Eleanor, se convirtió en su amante. Mi padre enfureció al enterarse y la exilió, casándola con alguien en Irlanda. Desde ese momento, Giovanni me odió a muerte. Se la pasaba de antro en antro, y cada mujer que llevaba a casa era un vivo retrato de ella. No solo permitía que me humillaran, sino que llegó al extremo de permitir que envenenaran mi pastel el día de mi cumpleaños. Morí llena de resentimiento, con un bebé de ocho meses en el vientre. Ahora que he vuelto a nacer, he decidido darles gusto. Lo que no me esperaba era que, al elegir a Salvatore, Giovanni se volvería loco.
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El Olvido en el Peor Instante - Todos novela & todos
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Cuando mi padre tuvo un trágico accidente de tráfico y lo llevaron a la sala de emergencias, me pidió que trajera de regreso a Alejandro Fernández. Conteniendo las lágrimas, le dije que sí. Pero sabía muy bien que él me odiaba. Me odiaba por tener algo de dinero, por haber arruinado su amor y por haber destruido a su inigualable diosa. Así que nadie pudo impedir que Alejandro fuera a buscarla. — María, hoy es el cumpleaños de Ana, ¿podrías ser un poco más comprensiva con eso? En medio de una risa familiar y coqueta, Alejandro colgó apresurado el celular. Un segundo después, mi padre exhaló su último aliento de vida y murió sin poder cerrar los ojos. Después de cumplir con las últimas voluntades de mi padre, decidí dejarlo ir. Pero él se arrepintió...
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Dejé de ser su Luna... ¡y el Alfa enloqueció! - Todos novela & todos
Contracorriente
Cada semana, mi Alfa Bruce llevaba a una mujer distinta a casa, y frente a mí, en nuestra propia cama, se entregaba al desenfreno. Cada traición desgarraba mis sentidos; dolía como si unas garras afiladas me abrieran el alma. Él me odiaba; por eso me torturaba, una y otra vez, burlándose de mi confianza con su traición carnal. La noche de nuestro décimo aniversario llevó a la amante que había mantenido en secreto durante cinco años hasta nuestro territorio. Ella calzaba mis tacones, vestía mi traje de gala hecho a medida y lucía el anillo y el collar que yo había creído símbolos de nuestra promesa. Él, de pie ante todos los invitados, se burló: —¿No te gusta su vestido? Quítate el tuyo y dáselo. Ah, y esta noche no necesito que me atiendas. Ella es cien veces mejor que tú en la cama. La multitud estalló en carcajadas, convirtiéndome en su objeto de burla. Pero yo me levanté con calma y lo miré: —Quiero romper el vínculo. Él reaccionó como si oyera el chiste más aburrido: —Eso lo has dicho cien veces; ya me harté. ¿De verdad estás dispuesta a renunciar al puesto de Luna? Te arrastraste para que te marcara; tú te aferraste sin dignidad. La gente volvió a reírse a carcajadas. Pero ellos no sabían que, de todas esas cien veces, esa vez yo estaba decidida a terminar con esa agonía. Esa vez no lo quería ni a él ni al poder y la gloria de ser su Luna. Había decidido romper por completo el lazo de nuestras almas.
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Reescribiendo el destino. No volveré a amarte - Todos novela & todos
KarenW
Había estado enamorada de Carlos Cruz, el mejor amigo de mi hermano y único jefe de la mafia de Nueva York, desde que tenía memoria. En la noche de mi vigésimo cumpleaños, mi hermano me prometió darme una gran sorpresa. Jamás imaginé que esa sorpresa sería un Carlos muy borracho y muy dispuesto a ser besado. Después de esa noche de imprudencias, el resultado fue un bebé. Carlos aceptó casarse conmigo tras quedar embarazada, pero el día en que nació Leo, no dijo ni una palabra, simplemente recogió sus cosas y desapareció rumbo a Francia por casi cinco años. Cuando regresó, estaba acompañado por Alexandra, su primer amor. Sin embargo, cuando ella nos vio a Leo y a mí, huyó, desapareciendo de su vida para siempre. Después de eso, Carlos volvió a mi lado, fue como si intentara ser el hombre que siempre necesité, como si por fin nos diera una oportunidad. Pero los cuentos de hadas son mentiras envueltas en un papel bonito. En el sexto cumpleaños de Leo, íbamos camino a cenar cuando los frenos del automóvil fallaron. El coche derrapó en la autopista y las llamas lamieron el motor. De inmediato, Carlos salió del auto, y cerró la puerta con llave. —Si no fuera por ti, Alexandra seguiría a mi lado. Ahora es tu turno de sufrir —exclamó. Fue en ese instante cuando finalmente lo comprendí: Carlos nunca me había amado. Cuando volví a abrir los ojos, estaba de vuelta en mi cumpleaños número veinte. Carlos estaba en mi cama, justo donde lo había dejado en el pasado. Sin embargo, esta vez no dudé, simplemente corrí. Y, al salir, hice la llamada que debí haber hecho la primera vez; contacté a Alexandra.
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El Capo de la Mafia Me Quitó los Ojos por Su Primera Novia - Todos novela & todos
Once
Daniela, el primer amor de mi esposo, fue secuestrada y asesinada por la familia Robles de la mafia que los emboscó. Antes de morir, le hizo la última llamada a mi esposo. —Samuel, los ojos verdes de Lola están bien bonitos. Si hay otra vida, espero poder tener un par de ojos así, para poder mirarte para siempre. Mi esposo Samuel Salinas, como el Capo más joven de la familia Salinas de la mafia de la Costa Oeste, no fue a vengarse de la familia Robles, sino que regresó a casa y me puso en la mesa de operaciones. —Daniela dijo que le gustan tus ojos, este es su último deseo, y yo la ayudaré a cumplirlo. Abracé mi vientre, mientras, arrodillada en el suelo, me golpeaba la cabeza sin parar, suplicándole que me perdonara. ¡Todavía no había visto nacer a nuestro hijo, no podía quedarme sin ojos! Pero Samuel solo tomó el embarazo como una simple excusa. —Lola, no puedes ser tan egoísta, solo vas a perder los ojos, no va a pasar nada. En su corazón solo había espacio para Daniela, y así fue como mi mundo quedó sumido en la oscuridad. Después de aquello, arrastré mi cuerpo roto hacia el mar, hasta que el agua me cubrió la cabeza, pero él se volvió loco.
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Luna renacida abandona al Alfa - Todos novela & todos
Alyssa J
Abel Bravo, heredero Alfa de la Manada Luna de Escarcha, tenía dos candidatas para ser su compañera: una era yo, la otra era Sabrina Vega. Ambas éramos chicas huérfanas, adoptadas por el anterior Alfa. En mi vida pasada, Sabrina murió trágicamente en un deslizamiento de tierra, justo cuando Abel se convirtió en Alfa oficialmente y yo me convertí en su Luna. Pasé toda mi vida ayudando a Abel a convertir la Manada Luna de Escarcha en una de las cinco mejores manadas de los territorios del sur. Pero cuando Abel ganó con éxito la elección de Rey Alfa, anunció públicamente que la difunta Sabrina sería su única Luna. Incluso presentó un acuerdo de disolución del vínculo de pareja ante el Consejo Alfa, y me desterró del territorio. Cuando volví a abrir los ojos, me encontré de nuevo en el día en que Abel eligió a su compañera. Sin embargo, tras renunciar a la competencia y alejarme, Abel y toda la manada se arrodillaron, suplicándome que regresara.
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Infiel bajo mi propio techo - Todos novela & todos
Bea
Después de siete años de relación y tres de compromiso con Diego Campos, la hija de su tutor, Clara Vega, de repente se mudó a nuestro departamento de matrimonio. Clara estaba sentada en nuestra cama, con una actitud bastante descarada y dijo: —La cama del hombre perfecto de la odontología, Diego Campos, es por supuesto bastante cómoda. Comentó con una sonrisa burlona: —¿Cómo sería dormir con él? Grabé la escena y la envié al grupo familiar: Parece que Diego va a tener una nueva novia. Diego regresó inmediatamente, abrazando a Clara, señalándome y gritó con furia: —¡El último deseo de mi tutor era que cuidara muy bien de Clarita! ¡Si no puedes aceptarlo, entonces vete tú! A decir verdad, en ese momento, mis cejas estaban más arrugadas que las sábanas donde Clara había estado sentada. ¡Perfecto! Ya no quería esa cama, tampoco quería a estar con su prometido.
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