La puerta de la oficina de Noah Ha se cerró con un portazo que hizo temblar las paredes de cristal. El eco retumbó como un trueno contenido. Noah avanzó hasta su escritorio, apretando los puños, respirando como si acabara de correr una maratón. No estaba acostumbrado a perder el control, y menos por algo tan absurdo como un matrimonio obligado.La presidenta Eun-Ji Ha, su abuela, aún viva y más lúcida que cualquiera, lo había arrinconado con su testamento en vida. Una jugada maestra… y una humillación.—Trae los documentos —ordenó con voz baja, tensa.Jason Carter, abogado, mejor amigo y eterno provocador, entró con su andar relajado. Rubio, ojos azules, sonrisa tranquila: el contraste perfecto con Noah y su rigidez calculada.—Te veo… explosivo —comentó, acomodándose frente a él.—Explosivo no cubre ni el diez por ciento —gruñó Noah—. Mi abuela quiere casarme. Casarme, Jason. ¿Sabes lo que significa eso?Jason abrió su maletín sin apuro, como si le hablara a un paciente difícil.—Que
Leer más