Capítulo 3 En lugar de su hermanaAriana sintió el peso de la amenaza de su padre:Lo odiaba. Lo odiaba tanto, que lo quería golpear No había opción. No había debate. Era un ultimátum.Ariana cerró los ojos, el dolor físico de la humillación superado por la necesidad imperiosa de salvar a Daniela. El orgullo se rompió en pedazos, dejando solo la furia fría.—Acepto, voy a intentarlo —susurró, sintiendo el gusto amargo del veneno en su boca.Eduardo Winter dejó escapar una risa corta, casi de triunfo.—Sabía que tomarías la decisión correcta, querida. Ahora mismo, te daré los detalles, aunque en realidad no había pensado en ti, esta negociación tiene un giro afortunado para los dos.Se inclinó hacia ella, su voz bajando a un tono confidencial y conspirador.—Leónidas Celis tiene mucho dinero. Y he sabido de buena fuente que el viejo Celis le ha ordenado casarse, es decir, buscar una madrastra para los niños. Todos saben que Leónidas siempre complace al viejo Celis. Y para ese viejo una
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