AidenEstudié a la chica que tenía delante. Su voz temblaba, aunque intentaba disimularlo. Una loba fiera típica.—¿Qué quieres de mí? —preguntó de nuevo, alzando ligeramente la barbilla, como si me retara a responder. Su pecho subía y bajaba en respiraciones agitadas.No contesté.Seguí observándola. La tensión de sus hombros, el leve temblor de sus manos, el fuego obstinado que ardía detrás del miedo. Intentaba parecer valiente, pero su aroma la delataba. No solo estaba asustada y agotada… estaba herida. Un dolor que yo podía aprovechar sin el menor reparo.Sus ojos se cruzaron con los míos apenas un segundo antes de huir. Casi podía palpar el peso de su inquietud bajo mi mirada.—¿Por qué me salvaste? —preguntó entonces, con voz más suave, insegura.Tampoco respondí. Las palabras sobraban.En lugar de eso, acerqué un taburete. El roce de la madera contra la piedra rompió el silencio. Me senté, apoyé los codos en las rodillas y contemplé su rostro agotado.Por un instante, la habita
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