POV LIORA No fue una sola noche. No fue un solo golpe. No fue la primera violación, ni la segunda, ni la décima. Fue todo. Fue siempre. Me rompí tantas veces que ya no recuerdo cuál fue la definitiva. Quizás fue el día que dejaron de traerme agua por tres días y aún así, me negué a llorar. O la vez que me amarraron boca abajo con los brazos abiertos, como si fuera una ofrenda, y no me moví ni para gritar. Quizás fue la noche que me arrastraron, con la cara raspando el cemento, y no me defendí. O cuando me metieron en la cámara frigorífica, desnuda, con los labios morados y las uñas negras, y pensé: ojalá esta sea la última vez. Tal vez fue más simple: el día que mi loba, Selene, murió dentro de mí. La sentí irse como se va una llama cuando soplas una vela. Sin gritos. Sin adiós. Solo vacío. Solo silencio. Desde entonces, el mundo se volvió más oscuro. Literalmente. Sin ella, ya no tengo visión nocturna. Ni curación. Ni instinto. Me convertí en una omega muda, rota y c
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