Tomando una maleta más pequeña y discreta, guardo dentro de ella todo lo que le sería necesario, y luego se escabulló a las cocinas del castillo hasta finalmente encontrar lo que buscaba: un traje de sirvienta. Toda la servidumbre estaba ocupada en sus labores, y nadie se había percatado de su pequeña intrusión, regresando sin ser vista a su alcoba, se miró en el espejo para amarrar su larga y sedosa cabellera castaña, y luego, con maleta en mano, caminó con extrema discreción hacia los jardines en donde nadie más notó su presencia. Llegando al exterior, pronto corrió, Mónica Cervantes encontró su oportunidad de salir del castillo en el garaje; el auto de Eduardo aún estaba allí, y ella había logrado tomar las llaves de la maleta de su esposo. Sonriendo, subió al vehículo que puso en marcha inmediatamente. Iba a salir de allí, y más pronto que tarde, le haría pagar a Emma Borbón por todo aquello que la estaba haciendo padecer, esa mujer no iba a quedar impune.En el palacete de Borbón
Leer más