Punto de vista de LeanderEl trayecto hasta la antigua hacienda se sintió más largo que cuarenta minutos. Se sintió como toda una vida, una vida estirada hasta el límite y deshilachándose por los bordes, cada segundo arañándome la paciencia, el aliento, la cordura.La lluvia aporreaba el parabrisas, cada gota un recordatorio de la tormenta que llevaba dentro, ruidosa y feroz, reflejo del caos que me devoraba bajo la piel. La cara de Cassian no dejaba de aparecer ante mis ojos: esa sonrisa perezosa y sabedora, la forma en que se apoyaba en la ventana de su ático como si fuera dueño del mundo, del aire de la habitación, como si nada pudiera tocarlo… ni siquiera yo. Mi primo siempre había sido una espina, afilada, juguetona, imposible de arrancar sin sangrar. ¿Por qué no buscaba su propio juego? ¿Por qué seguía rondando a Lila? Mi compañera. Mi debilidad. Lo único que no podía permitirme perder, no ahora, no cuando todo ya se derrumbaba bajo mis pies.Mis manos apretaron el volante has
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