Volaron esa mañana. Sin palabras, solo instrucciones cortas y el zumbido sordo del avión. Rose observó cómo la isla se desvanecía bajo las nubes, con el pulso apretado por las preguntas que no podía formular.La camioneta los recibió en el aeropuerto. Negra, tintada, silenciosa. Apenas la miró durante todo el trayecto, teléfono en mano, con la voz grave al hablar con quienquiera que estuviera al otro lado de la línea. Cada palabra sonaba como una orden.Al anochecer, se paró frente a un espejo en una suite que no olía a ella. Las mujeres que vinieron a prepararla no hablaban inglés. La vistieron como una muñeca, con capas de seda sobre la piel, clavándole diamantes cerca del cuello. Cuando terminaron, no se reconoció.Cuando salió, él la estaba esperando. Traje negro. Líneas definidas. La miró de arriba abajo, despacio."Vamos", fue todo lo que dijo.El coche se detuvo en un pasillo que brillaba demasiado. Los flashes de las cámaras. La gente se giró. Richmond Lariel se movía como si f
Ler mais