La mirada de Antonio no se apartaba del rostro de Sophia, ahora envejecido, tan distinto de la mujer ambiciosa que él había conocido. Sin embargo, detrás de las arrugas y de aquellos ojos cansados, aún ardía una chispa de rencor que jamás se había apagado.—Sophia —dijo Antonio al fin, con voz grave—. Han pasado trece años. No he venido a hablar del pasado.La mujer esbozó una sonrisa torcida. —¿Trece años, y crees que olvidé cómo murió mi esposo delante de mis ojos? —se inclinó hacia él, su voz temblando entre la rabia y el dolor—. Tú lo disparaste, Antonio. Tú, el hombre en quien confiaba.Antonio contuvo la respiración un instante. —Sabes que lo que ocurrió aquella noche no fue tan simple.—Claro —interrumpió Sophia con amargura—. Dirás que todo fue por la “familia Marino”, por proteger la reputación de tu padre, o por ocultar tus propios secretos sucios. —Rió suavemente, mientras las lágrimas caían sin remedio—. Pero aun así, la sangre de mi esposo está en tus manos.Antonio a
Leer más