Con Valeria fuera de la mansión por unos días, Gloria vio la oportunidad perfecta y la explotó con la precisión de un halcón. Aceptó la invitación de Esteban para quedarse en su casa, pero no como una simple amante. Desde el primer día, se presentó en su oficina doméstica, ofreciendo "ayudar" con la organización.—Querido, este sistema de archivo es anticuado —comentó con una sonrisa dulce, pasando un dedo sobre una carpeta polvorienta—. Déjame ordenarlo para que encuentres todo más rápido.Y así fue. Con una astucia innata y una memoria fotográfica para los detalles, en menos de una semana, Gloria no solo manejaba la agenda personal de Esteban, sino que también entendía el flujo de caja doméstico, los horarios del personal e, insidiosamente, comenzaba a familiarizarse con los reportes semanales de los viñedos que llegaban al despacho de la mansión. Se estaba volviendo, ante los atónitos ojos de Esteban, un activo increíblemente eficiente.Al principio, a Esteban le remordía la concie
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