Gruñó por lo bajo, el gruñido de su lobo ansiando mi contacto, mientras tiraba del sujetador para poder liberarlos. Sentí cómo empezaba a acariciarlos, mientras mil sensaciones recorrían mi cuerpo y sentía que mi cuerpo se preparaba ansioso, sabiendo exactamente lo que vendría a continuación. Quizás hacía tan solo unos meses que estábamos juntos pero nuestro vínculo nos hacía saber, de forma precisa, lo que sentía o necesitaba el otro. Y estaba claro que nos necesitábamos el uno al otro. Justo en ese momento. Ahora y siempre. Jan era dulce, divertido, pero cuando estábamos juntos en ese grado de intimidad parte de su lobo tomaba el control, un lobo dominante y hasta cierto punto exigente. Mi compañero perfecto. Sentí cómo nos fundimos, nuestros cuerpos buscándose de forma frenética, nuestras bocas ancladas como si aquello fuera lo único que existiera en el mundo. Me agarré a su cuello, como si una necesidad primitiva surgiera en mí. No era nada nuevo, sentir cómo todo explotaba mientr
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