Rogelio había ido al hospital temprano esperando poder hablar con Olivia, ver la forma de poder dar fin a todo eso, pero lo que no había esperado siquiera, era verla en brazos de Rafael. La conmoción del momento lo hizo aguardar; ella estaba llorando, no sabía si le había contado la verdad o si Rafael no la reconocía. La preocupación de su hermano parecía aún más comprometida, no como si hubiera descubierto una mentira.—Interrumpo…Olivia se separó de Rafael, había reconocido aquella voz claramente. Rogelio tenía un tono fuerte. Rafael parecía contrariado, observó a Rogelio con detenimiento.El parecido entre ambos siempre era el tema de conversación cuando aparecían juntos. ¿Por qué? Rafael y Rogelio eran mellizos. Lo único que los diferenciaba de niños era el color de los ojos. Malena disfrutaba de siempre vestirlos iguales, pero el paso de los años fue marcando las diferencias.Rafael había nacido primero, su color de cabello se mantuvo en un rubio oscuro con algunos destellos dor

Olivia miraba aquella puerta con tanta devoción, su hermana saldría por ella. Estaba nerviosa, Julieta había insistido en que se tranquilizara, que podía demorar, pero que todo estaba listo.Por más que insistió en que le contara cómo había logrado que saliera, Julieta omitió todo lo que tuvo que hacer. Era una mujer perspicaz y conocía la debilidad de los hombres, sobre todo si esa debilidad vestía tacón del número quince.Una mañana, después de dejarla en el hospital, fue de visita a la casa del procurador a tomar el té con su esposa, una visita que solo tenía un mensaje y se lo hizo saber con un recado:Estoy con tu esposa, espero que puedas hacernos un espacio y venir a compartir el té, o le hablaré de tus atenciones tan especiales que tienes con la modelo.Julieta era de armas tomar, y él lo sabía a la perfección. Llegó media hora después con una sonrisa y sorprendiendo a su esposa con unas hermosas flores, oportunamente se había dado el tiempo para compartir un momento con su esp

Olivia se quedó dormida en algún momento. Cuando volvió a abrir los ojos se encontró con el sol en lo alto e iluminando toda la habitación. Rafael permanecía dormido, había sido una noche muy difícil, y después de la conversación solo necesitaba dormir.Miró el reloj sobre la mesa y notó que era mediodía, se había quedado dormida tantas horas. Observó a Rafael antes de abandonar la cama y alistarse, parecía que estaba descansando esa pesada noche que pasaron.Media hora más tarde salió de la habitación, asegurándose de que Rafael siguiera dormido. Tenía que buscar a su hermana y saber en qué andaba metida en su ausencia. Al salir se encontró con la casa sola, pero algunas risas provenientes del fondo. Al acercarse se dio cuenta de que era la cocina y ahí estaba su hermana.—Buenos días, señora — saludó una mujer mayor.Olivia se sorprendió por el saludo.—Buen día, pero puede llamarme Olivia…—Un gusto, mi nombre es Sandra y soy la cocinera. Ella es mi hija Mili, estábamos preparando

Rafael la observaba con los ojos entrecerrados, su ceño fruncido acompañado de un silencio que taladraba la mente de Olivia. Era entonces cuando debía tomar sus cosas y desaparecer, dejar de lado esa conversación con Julieta e importarle muy poco lo que creyeran de ella.—¿Mi esposa? — inquirió con duda, la voz era leve, pero Olivia la sintió en el alma, contuvo el aliento, asintió levemente con los ojos hechos agua —. Yo no tengo esposa… — quiso ponerse en pie, pero sintió el dolor en sus piernas. Rafael palideció, soportó un quejido de dolor.—No te muevas, te lastimarás más — trató de detenerlo, pero recibió un manoteo por parte de él. Golpeó su mano, Olivia se retiró asustada.Rafael volvió a recostarse, cerró los ojos.—Déjame solo… — ordenó.Olivia se quedó helada mirándolo, volvió a escuchar su voz y salió de aquella habitación sin saber qué hacer, cerró la puerta y esperó en el pasillo, con una de sus manos en su boca, intentando parar esas emociones que le rompían por dentro.