Dos años atrásDanteIba con Milena en busca de una farmacia; la saqué de la casa después del desayuno. Era importante hablar con ella.—Suéltala. Regáñame, lo merezco. —¡Para con el tema de Isaac, Milena! —A mitad de camino nos detuvimos—. Supéralo, ignóralo, el otro semestre terminas la carrera, aléjate por un tiempo y piensa.—Es que…—Deja el odio o el resentimiento hacia él. No has vivido, te has obsesionado con humillarlo. Hagas lo que hagas, no puedes evitar amarlo; acepta el no ser correspondida por Isaac, además, no es obligación hacerlo. Evoluciona. Mira a otros hombres.—¡Yo no lo amo!—¿Amanecieron desnudos? —afirmó—. Acordamos no volver a hablar de lo ocurrido anoche. Lo harán de manera individual, pero no creo que él desee conversar contigo. ¡Quisiste dragarlo!—Pero me arrepentí.—No es el hecho de hacerlo o no, sino la intención, Milena. Tienes dos opciones. Te olvidas por completo de tu obsesión; eso significa que aprenderás a convivir con ella, ignoras las ofensas o
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