[CONTINUACIÓN]—¡Mamá!—¡Del testamento de tu padre! —explotó la mujer, llevando sus manos a su cabello, arrancando unos cuantos mechones. Estaba tan alterada y tan perdida que ni siquiera sintió dolor. A Elena aquello le puso la piel de gallina. Jamás había visto así a su madre —. Estoy segura de que tu padre me puso una trampa —divagó, dando vueltas por toda la habitación, sacando y tirando al suelo las cosas de su hijastra —. ¡En ese mismo lugar tuvo que ocultar las pruebas en mi contra! Pero no, no… no, no lo voy a dejar ganar, no ¡No! No he soportado tantos años toda esta mierda para quedarme sin nada y encima, en prisión.—¿Prisión? ¿Por qué irías a prisión?—Por la muerte de Sandra White… —la miró y… un sudor frío recorrió por la espalda de Elena. Rávena parecía dispersa y pérdida. Estaba irreconocible. Si tenía el aspecto de, si tenía la oportunidad, poder matar a alguien. Ella no quería convertirse en su blanco —. Tu padre tiene pruebas de que yo la maté hace dieciocho años.

[ARI]—Pensé que tenías un plan —reclamó Dean cuando llegamos a la dirección que Rávena le había entregado por teléfono —. ¿De verdad eres tan torpe?—No lo sé. Puede que eso sea culpa de tu auto por no darme un golpe parejo hace años —lo señalé irritada.Levantó sus manos en señal de tregua y le quitó el seguro a las puertas.—Escucha, si estás en peligro…—No es necesario que me ayudes. Al final, es decisión mía estar aquí —le quité el peso de encima.Dean resopló.—¿Entonces qué harás? ¿Le dirás que confiese todo y que libere al licenciado Müller y listo o la enviarán a prisión? ¿En verdad crees que será así de fácil?—No sé si es fácil, pero no es justamente eso lo que haré. Dame mi teléfono.Dean, que no estaba muy a gusto con mi decisión, me entregó el teléfono y miró por la ventana, balbuceando muchas veces que esto era una mala idea.—Insisto en que debimos buscar ayuda de tu familia o de los Park.—¿E involucrarlos más? No, gracias —no permitiría que esa bruja le hiciera daño

[CONTINUACIÓN][ARI]Se quedó mudo unos momentos. Sus ojos eran los de un borrego triste en ese instante. Sentí pena, sentí ganas de darle una palmadita en el hombro y luego darle una palabra de apoyo, pero ya que quien lo estaba lastimando era yo y quien te lastima no te puede arreglar, no sentí justo hacer nada más que darme la vuelta.—Una última cena —dijo con rapidez.Me detuve en seco y giré lento sobre mis talones, intenté negar, sin embargo, quizá para él era lo que faltaba para cerrar este capítulo. Después de todo, nuestra historia había comenzado con una cena.Sería rápido, supongo. Así que acepté un poco dudosa.—Bien, una hora. Iré por mi bolso entonces…—El restaurante francés que está a dos cuadras cierra en hora y media. Yo invito.—De acuerdo.Algo me decía que no, que regresara a mi apartamento, que no fuera. Algo me decía que fuera por mi teléfono al menos, que viera los mensajes…Sin embargo, simplemente caminé al lado de Chad hasta aquel restaurante, sin imaginar

[CONTINUACIÓN]Tenía que pasar por esto para ser fuerte y continuar. Si sentía que flaqueaba, siempre habríamos personas que la amábamos para darle nuestro apoyo.—¿Crees que no se ha escapado por la ventana? —Dante preguntó. Abrí la puerta solo un poco y vi como luchaba por meterse en el vestido. De un tiempo para acá estaba aumentando un poco de peso.Cerré la puerta un poco extrañada y negué.—No, sigue ahí.—¿Entonces por qué esa cara?Me encogí de hombros, mirando al vacío.—¿Amor, recuerdas cuándo fue la última vez comimos pizza?.—¿Solos o con Ari?—Con Ari.—Pues… —miró pensativo hacia el techo —, hace seis días, cuando Ari ya comenzó a comer con normalidad.—Pero no recuerdo que comiera.—Es que cuando se llevó una porción a la boca dijo que olía asqueroso y la dejó de nuevo en el plato.—¡Claro! ¡Y no desayunó porque dijo que todo lo vomitaba!—Cierto. Me despreció por unos hotcakes de Gertrude. Ah, eso sin contar que solo come panqueques con salsa de soja y crema de Nutella

[ARI]—¿Está segura de esto, señorita Taylor? Ya había aprobado su cambio al grupo de anatomía del doctor Jenkins y solo le faltaba subir tres lugares para que la junta le concediera la beca. En verdad había mejorado mucho.Y ahí me encontraba, sin saber —como era usual —que estaba haciendo con mi vida.La mirada que asomaba por los ojos del doctor Linwood era de decepción y tristeza. Había luchado tanto por llegar hasta aquí y él lo sabía. En alguna manera quizá lo que su semblante y su mirada escondían, era un poco de esperanza.Estaba decidida. Era momento de dejar atrás esa fase de mi vida, para la que no había sido hecha, y continuar en un lugar distinto. Un cambio de aire tampoco sonaba tan loco. Lo necesitaba.Sí, extrañaría mucho los restaurantes que estaban cerca de casa, estar cerca de los abuelos y en especial a Dante y a Difer. También extrañaría un poco a mis compañeros de la biblioteca; Evan y Kaly, pero si así olvidaba a esa persona, entonces lo haría si rechistar.—¿Se