[ARI]Llegamos, al cabo de dos horas, a una casona de estilo moderno, gigantesca y cin enormes paredes blancas. Cualquiera diría que aquí vivía el presidente. Desde el auto miré con asombro y con la boca abierta como dos sujetos altos, vestidos con trajes negros y anteojos oscuros, abrían un gigantesco portón y frente a nosotros se extendía un precioso camino recto, con arbustos llenos de flores a los lados. El patio era enorme y ni hablar de la majestuosidad de toda la casa en sí.Me quedé maravillada con la arquitectura de aquel sitio. Si Dante estuviera aquí, saltaría de la emoción.Ethan y Daniel parecían indiferentes a todo esto. Claro, estaban acostumbrados a ciertos lujos. Para mí era algo imposible de soñar, y aún así, ahí estaba.—Bueno, llegamos.Daniel estacionó el auto cerca de la entrada y bajó, rodeando para abrir la puerta de mi lado. Atrás, Ethan resopló.—¿A mi nadie me abrirá la puerta?—No, idiota. Baja ya y deja de ensuciar mi auto —Bufó Dan, dándole una mirada ind

(CONTINUACIÓN)Es mi turno de dejar el cucharón con el que estoy moviendo la salsa, de lado. Dejo caer mis brazos y respiro hondo, fijando mi vista en la flor azul de su delantal de cocina.—No lo sabe y no creo que Elena le diga. En este momento tiene problemas peores en que pensar.—¿Tan importantes como para dejar de hacerle la vida de cuadritos a su hermana?—Tanto cómo para dejarla en paz por un tiempo —Respondí sin importancia.En realidad el tema de Elena y sus problemas no me importaban.Tomé de nuevo el cucharón y volví a mi labor.—¿Y Ari recuerda algo sobre ese día?Negué.—No recuerda nada. Ni siquiera de nosotros, como puedes ver.—Bueno, cielo, tranquilo. Supongo que lo recordará a su tiempo. Por el momento hay que apoyarla y hacerla fuerte.—La verdad es que no sé si quiero que recuerde, mamá. Han sido dos traumas…—Estará bien. Estás con ella. Digo, es peligroso por el lado de Rávena, pero puedes protegerla. Estamos aquí para ayudar.Mi madre abrió sus brazos y me abra

[ARI](CONTINUACIÓN)—¿Y ya terminaste tus estudios, Ari? —me preguntó Sarah, ganando que todos voltearon a verla —. Supe que vas un poco mal con anatomía, pero ya que Daniel es tu profesor, seguro te irá mejor…—¿Qué? —su padre lo miró con incertidumbre —. Creí que Jenkings tomaría mi grupo y tú el de él.—No quiso cambiar. Y no, no le he regalado una sola nota. Ella es capaz…—Entendí que no sabías ni siquiera donde está el esternón —Se puso a reír, y detrás de ella, Eva también. Mis mejillas estaban calientes, al igual que mis orejas. Mi corazón latía y quemaba mi pecho como si lo metieran a un microondas y mis ojos ya se habían tornado llorosos.—Yo no…—¡Déjenla en paz! —explotó mi novio contra su hermana y la bruja rubia teñida —. ¿Tú lo sabes? Hasta hace poco ni siquiera sabías donde estaba la maldita apéndice. Eres abogada, no sabes nada de medicina y aún así defiendes a médicos corruptos que han cometido negligencia médica. ¿En qué clase de persona te conviertes?.—¡Daniel!—¿

[CONTINUACIÓN]Desperté después de un rato. Tenía mi ropa manchada de sangre, mis dedos dolían como si hubiesen sido masacrados con un martillo y el abdomen me dolía horrores. Con todo y eso, cuando mi mirada se volvió más fina y logré ver a los alrededores de aquel lugar desconocido, vi a mi hija y sonreí de manera automática.¡Ella estaba intacta, estaba físicamente bien! Sin embargo…Esa sonrisa desapareció al ver sus ojitos llorosos, sus manos apretaban su peluche de oso y me miraba con miedo. Al ver que tenía los ojos abiertos, sin decir nada corrió y me abrazó.—Estoy bien —Susurré sobre su cabecita, dándole un beso en la coronilla —. Eres una chica valiente ¿lo sabías? —asintió, conteniendo sus . Ahora, necesito que me hagas un favor, nena —asintió —. En tu oso, cerca de la colita, hay un cierre —Le hablé bajito al oído mientras me abrazaba. Trataba de ser clara y concisa. Si entraba en pánico solo lo podía empeorar. De Rávena y sus secusces no había señales por el momento, per

[CONTINUACIÓN][ARI]Difer solía gustar de una pequeña reflexión de un autor desconocido, la cual leía en voz alta cada que podía o que íbamos a ir a algún lugar, alegando que siempre tenía que hacerle un juicio a cada situación de la vida y pensar las cosas dos veces antes de tomar una decisión o darle alguna clasificación. A simple vista parecía sencillo, pero a medida que las cosas pasaron entendí que aquello para mí era imposible. Digo, hasta Maui de Mohana/Vaiana lo dijo: «Es saber dónde estás, porque sabes dónde estuviste» y yo no lo sabía. No tenía un solo recuerdo de una buena parte de mi infancia, no recordaba parte de mi adolescencia y mi único recuerdo de esa etapa de mi vida tampoco era tan claro. En ese único recuerdo volaba casi cuatro metros después de ser arrollada por un auto. Antes de eso, no tenía nada. Recuerdo mis diecisiete, dieciocho y diecinueve años con bastante claridad y luego, recuerdos borrosos de Rávena y de Elena tratándome como una rata, como una plaga,