[ARI]

Hacía frío. La ciudad solía ser un poco calurosa casi todo el tiempo, pero ahora, para variar, estaba potencialmente frío.

Tuve que abrir los ojos después de cinco minutos de despertar. Ese tipo me había sacado la mayor parte del aire en mis pulmones y desde hace un rato ya tenía ganas de toser. Me enderecé en el asiento y estiré mi mano hacia el regulador de temperatura del auto para recuperar un poco de calor.

El sujeto me miró con molesta, como si fuera una especie de bicho raro y luego negó, dejándome apagar el aire acondicionado.

—¿Te cansaste de fingir que seguías desmayada?

—Sí, de hecho —aclaré mi garganta.

Después de cinco minutos con los ojos cerrados, la incertidumbre de no saber que pasaría conmigo, desapareció.

Seré honesta. Todos estos años había estado tan ciega, viviendo una vida que me despreciaba y sin siquiera saber o tener idea de porqué.

Medité en las palabras de Rávena, de Axel, del licenciado Müller y por último puse en orden mis recuerdos y opiniones.

Es i