Benjamín se detuvo en medio de la calle, con el sol ya poniéndose entre las montañas, y apenas podía creer que Antonella tuviera tanto poder sobre él como para dejarlo tan aturdido. Rodeado por el tumulto de periodistas, que increíblemente lo habían esperado a la salida, lo acosaron con preguntas. No estaba dispuesto ni tenía paciencia para responder a ninguna, y tras mucho pensar, al fin logró librarse de la presión mediática y decidió volver a casa.Que dijeran lo que quisieran después.Aunque no era una decisión inteligente, todo lo que Benjamín deseaba al final de ese día era darse un largo baño y descansar. Sin embargo, sus planes se frustraron en cuanto entró en casa y encontró a Carlota llorando desconsoladamente.—Los periódicos decían que habías sido arrestado —lo abrazó con fuerza—. ¿Qué está pasando contigo, Benjamín? Primero cancelas la fiesta de compromiso, y luego te detienen.—No está pasando nada, mamá —replicó, rodó los ojos y se apartó—. Solo fue un accidente de trán
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