Las sirenas se habían multiplicado en los últimos cinco minutos. Lo que comenzó como dos patrullas se había convertido en operativo completo—luces estroboscópicas pintando el almacén abandonado en azul y rojo, sombras de oficiales moviéndose con precisión táctica alrededor del perímetro.Samuel observaba desde la ventana cubierta, manos todavía levantadas, expresión extrañamente serena.—Trajeron unidad completa—, comentó, casi para sí mismo—. Marcus realmente te valora.Camila forcejeó con las ataduras en sus muñecas, desesperada por liberarse antes de que la situación escalara a algo irreversible.—Suéltame—, dijo—. Ahora. Antes de que esto se vuelva peor de lo que ya es.Samuel se giró hacia ella, y había algo en su expresión que ella no había visto antes: aceptación. Como si hubiera sabido todo el tiempo que terminaría así.—No puedo—, respondió simplemente—. Porque en momento en que te suelte, en momento en que abra esa puerta y salga c
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