El dosier que Marcus colocó sobre el escritorio de la sala de conferencias era grueso—más de doscientas páginas de registros financieros, artículos de noticias archivados, y fotografías que contaban historia que nadie en Montes Industries había anticipado completamente.—Necesitan ver esto—, dijo Marcus sin preámbulo, su expresión más seria de lo que Camila lo había visto nunca—. Todo esto. Porque cambia todo lo que pensábamos que sabíamos sobre Samuel Duarte.Eran las nueve de la mañana—dieciocho horas antes del deadline del ultimátum de Samuel. Camila, Alejandro, y Don Ricardo se habían reunido temprano, ninguno durmiendo más de pocas horas, todos funcionando en esa energía nerviosa que viene de saber que batalla decisiva está por llegar.Alejandro abrió el dosier, comenzando a hojear. Camila se inclinó sobre su hombro, leyendo junto a él. Fue en la tercera página cuando vio la fotografía que hizo que todo se detuviera.Era Samuel—más joven, tal vez veintipocos años—de pie junto a j
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