Esa noche, después de la gala, nadie decía ni una sola palabra, pero aun así se sentían como miles.Una guerra silenciosa sin balas, pero con el mismo número de heridas.No regresamos juntos.Él se fue antes, escoltado por su guardaespaldas.Yo esperé unos minutos más, fingiendo calma mientras la prensa me seguía con flashes y preguntas."Valeria, ¿qué decía la carta?", "¿Es verdad que es una confesión?", "¿Se separaron?"No respondí. Solo seguí caminando.No podía dejar de pensar en qué realmente había pasado. Quería saber. ¿Por qué esconder un pasado que de por sí ya estaba podrido? ¿No confía en mí? Tal vez... pero necesito saber, necesito entender qué está pasando. Después de todo, ahora soy una Montenegro, ¿cierto?Cuando llegué a casa, lo encontré en el despacho con la chaqueta aún puesta y una copa de whisky en la mano. La habitación olía a madera y alcohol. No levantó la mirada cuando entré.—¿Vas a seguir ignorándome?
Leer más