Samantha se tomó su tiempo para repasar cada página del informe, sin apuro, bajo la mirada expectante de todos… y la tensa de Javier, sobre todo. Martín, desde su lugar, lo observaba de reojo. Lo conocía demasiado bien como para no notar que estaba al borde de perder el control. Sabía que con lo que había hecho esa mañana —traerla de regreso, así, sin aviso— probablemente había sellado el final de una amistad que lo había acompañado toda la vida. Aun así, no se arrepentía. En el fondo, la fractura entre ellos ya se había iniciado mucho antes, el día en que comprendió que amaba a Samantha. Desde entonces, Javier se había convertido, sin saberlo, en el obstáculo entre él y lo único que realmente deseaba. Se encogió apenas de hombros, resignado. Si Javier decidía romper el vínculo, que así fuera. Ya había pasado demasiado tiempo callando, intentando mantener un equilibrio imposible entre la lealtad, la culpa y el amor. Ahora lo tenía claro: había llegado el momento de elegir. Los dí
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