Levantó la vista, con el corazón latiéndole desbocado.Roxana estaba en el umbral.Llevaba un vestido de seda negro que realzaba su figura, el cabello perfectamente peinado y una expresión que oscilaba entre la curiosidad y la molestia. Sus ojos recorrieron la habitación rápidamente, deteniéndose en Óscar y en su mano, que presionaba la carpeta cerrada con fuerza.—Por fin sales de la habitación, Óscar —dijo ella, entrando con paso firme. El sonido de sus tacones clack, clack, clack sobre la madera resonó como disparos en el silencio del despacho.Óscar exhaló, intentando normalizar su respiración.—Roxana… deberías tocar antes de entrar.—Es mi casa también, querido —respondió ella con una sonrisa que no llegaba a sus ojos, acercándose al escritorio—. Y este despacho ya no es un mausoleo. Es el lugar de trabajo del jefe de la familia.Óscar la observó. Desde la muerte de su padre, había notado algo diferente en ella. Siempre había sido una mujer de carácter fuerte, sí, pero ahora hab
Ler mais