CAPÍTULO 36 — Sembrando intrigasLos últimos días, Gabriel había notado a Isabella diferente. Misteriosa. Nerviosa. Antes pensó que era por el desfile, los nervios del evento, la presión de los preparativos… pero ya todo había terminado, y su esposa seguía igual.A veces la encontraba mirando al vacío, otras, distraída en plena conversación. Le sonreía, sí, pero sus ojos parecían lejos, en otro mundo, en otro tiempo.Esa mañana, mientras la llevaba al trabajo, ella había estado callada casi todo el trayecto. Solo hablaba cuando él le hacía alguna pregunta directa.— ¿Te sientes bien, amor? —le había dicho, tomándole la mano.— Sí, solo un poco cansada —contestó, con una sonrisa forzada que no lo convenció.Gabriel no insistió. La dejó frente a su oficina y se despidieron con un beso lleno de ternura.— Nos vemos en la noche, cariño —dijo él.— Te amo —murmuró ella, y se alejó sin mirar atrás.Él la observó hasta que desapareció en el edificio de Fuentes Moda. Algo en su forma de camin
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