El prestigioso, respetado e imponente CEO de Atlantic Metal, Paris Logan, tenía un pequeño secreto: le gustaba resolver crucigramas y acertijos en su escaso tiempo libre. Sentía cierta emoción, por así decirlo, resolviendo y desenmarañando enigmas y vaya, había descubierto uno interesante: Lucía Rossi.Logan estaba sorprendido, en serio, con lo que estaba ocurriendo dentro de las cuatros paredes blancas y esterilizadas de la habitación de su madre. Primero: su madre sonreía y reía, tenía un brillo en los ojos, el mismo que hacía mucho tiempo no veía; segundo: Lucía Rossi que parecía otra persona, una mujer completamente desconocida para él. ¿Dónde había quedado la tensión, la ansiedad y la rabia de la mujer? Porque la mujer que hablaba con su madre, contándole acerca de su trabajo como profesora, expresándose con tanta dulzura y amabilidad, no se parecía en nada a la mujer que él conoció y que conocía. Lo más sorprendente, sin embargo, era que Lucía estaba siendo genuina, tanto en su
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