Al decir eso, Malú demostró que realmente estaba dispuesta a cumplir lo que decía. Abrió el pestillo de la puerta de su habitación, en una invitación silenciosa y tentadora para Ravi. Sin embargo, él la jaló hacia sus brazos. Al mirarla de frente, observó el deseo estampado en sus ojos, y su boca entreabierta era una provocación demasiado tentadora para ser ignorada. Totalmente enloquecido de deseo, volvió a tomarla en un beso avasallador.Al sentir a su pequeña deliciosamente mimosa entre sus brazos, cerró de nuevo la puerta del cuarto y dijo:— Aquí no, pequeña.— ¿Qué? ¿Por qué? —preguntó Malú, confundida.— Créeme, princesa, tengo mis motivos. Ven conmigo, ¿sí? —preguntó él, con una voz suave, pero cargada de promesas.Ella sonrió y, aunque se moría de vergüenza, aceptó. Ravi también sonrió, feliz al notar que ella lo deseaba tanto como él a ella. Ya no era la misma muchacha asustada que había llegado a su casa, temerosa de los hombres, especialmente de él. Ravi vibraba de felicid
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