Vincent se encontraba esperando a que Lara se cambiara de ropa. Contemplaba desde el porche la proyección de las sombras de los árboles, pero su atención estaba dividida. En su pecho, justo sobre el corazón, comenzaba a extender la marca del emparejamiento, aún los hilos del tatuaje continuaban extendiéndose, latía con un calor suave y constante, un recordatorio físico de un vínculo eterno. Sabía que su marca se extendería aún más, en el cuello de la camisa se podía ver alguno de los hilos formando patrones continuaba extendiéndose hasta su espalda. Una profunda y serena paz lo inundaba, tan abrumadora que tuvo que contener la respiración por un momento. Su tigre, en lo más profundo de su ser, ronroneaba con una satisfacción primordial; no habían completado el ritual de apareamiento, pero Lara era suya, de una manera que trascendía lo físico. Sus vidas estarían ligadas por la eternidad, y ahora estaban en sintonía con su pareja en todo momento. Sabía que, con el tiempo, podrían hab
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