Mi alma siguió a Camila hasta la clínica privada.No pasó mucho tiempo antes de que mi prometido, Mateo López, irrumpiera en el lugar.Se dirigió directamente hacia Camila, tomó su mano y examinó con angustia la herida dejada por el alacrán en su palma. Sus ojos estaban llenos de angustia.—¿Qué pasó? ¿Qué dijo el médico?—Mateo, por favor, no —Camila sollozó, aunque forcejó por esbozar una sonrisa—. No es culpa de Isabela. Solo quería darme una sorpresa, quizás tomó el regalo equivocado… Ya sabes, siendo doctora en medicina, cría muchos animalitos para sus experimentos…Entre más se empeñaba en mostrase "comprensiva", más se ensombrecía el rostro de Mateo.Alzó la mirada, con la voz cargada de rabia:—¿Isabela? ¿Dónde se está escondiendo ahora? ¡No temas, Camila, yo me encargo de que pague por esto!Mateo, no hace falta que me busques… Ya estoy aquí a tu lado. Pero quizás no puedas hacerme pagar, porque… ya estoy muerta.Por supuesto, puedes optar por tirar mi cadáver donde sea, casti
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