TODOS los capítulos y episodios de PRISIONERA DEL VIUDO por Cam N. - Página 14 - BueNovela

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Todos los capítulos de PRISIONERA DEL VIUDO: Capítulo 131 - Capítulo 140

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El horizonte comenzaba a teñirse de rosa.Edward miraba el contrato en sus manos como si fuera sentencia de muerte. Las palabras escritas hace ocho años por dos adolescentes que creían en promesas eternas ahora se sentían como cadenas oxidadas."Yo, Evelyn D'Armont, prometo unirme en matrimonio con Edward Harlow cuando ambos alcancemos la mayoría de edad..."Había memorizado cada palabra durante los años en la guerra. Cada noche en las trincheras, mientras el barro se le metía en los pulmones y el sonido de los cañones destrozaba sus oídos, repetía esas palabras como mantra. Como razón para seguir respirando cuando cada parte de él quería rendirse.

El silencio después de la declaración de Lady Agatha era el tipo de silencio que existe solo después de que el mundo se ha acabado.Adrian seguía con Sophia detrás de él, sus brazos extendidos como si pudiera protegerla de palabras ya pronunciadas. Isabella se había quedado congelada a medio paso, su boca abierta en protesta silenciosa. Y Clara... Clara miraba a la niña que había llegado a amar como hija, viendo cómo otra verdad amenazaba con destrozarla.—No —Adrian finalmente encontró su voz, ronca y peligrosa—. No, no vas a hacer esto. No vas a aparecer después de años de silencio y proclamar derechos sobre una niña que ni siquiera conoces.Lady Agatha lo miró con expresión que podría haber sido compasión o podría haber sido condescendencia.

James yacía inconsciente en el suelo, sangre formando charco oscuro bajo su hombro. Los guardias finalmente reaccionaron, dos de ellos corriendo hacia él mientras gritaban por un médico. Pero nadie más se movió.Todos estaban congelados por las palabras que James había pronunciado antes de colapsar.Edward es el padre.Clara miró a Edward, buscando negación, buscando shock, buscando algo que indicara que James estaba delirando. Pero Edward simplemente miraba a Lady Agatha con expresión inescrutable.—¿Es verdad? —Clara finalmente preguntó, su voz apenas audible.Edward no respondió inmediatamente. Sus ojos permanecían fijos en Lady Agatha, quien lo miraba de vuelta con sonrisa pequeñ

El grito de Sophia resonó en el bosque como ave herida.Luego, nada.Solo silencio tan profundo que Clara podía escuchar su propio pulso martillando en sus oídos.—¡Sophia! —Edward gritó desde algún lugar entre los árboles—. ¡Responde! ¡Por favor!Pero no hubo respuesta.Adrian dio un paso hacia el bosque, pero sus piernas cedieron. Cayó de rodillas en el suelo, sus manos presionadas contra la tierra como si necesitara ancla física para no desmoronarse completamente.—Maté a su padre —susurró—. Todo este tiempo... la crié... y maté a su padre.—No lo sabías —Isabella intentó, pero su voz sonaba

El silencio después de la revelación de Edward era tan denso que Clara podía sentirlo aplastando sus pulmones.Adrian. Su Adrian. El hombre que había declarado amarla. El hombre por quien había arriesgado todo.Era un parricida.—No —Clara susurró, retrocediendo del borde del pozo—. No, no puede ser verdad.Pero la expresión en el rostro de Adrian lo decía todo. No había negación. No había protesta. Solo resignación cansada de alguien cuyas mentiras finalmente habían colapsado.—Clara... —Adrian extendió su mano hacia ella.—¡No me toques! —ella gritó, apartándose violentamente—. ¡No te atrevas a tocarme!

El silencio después del colapso del pozo duraba eternidades.Clara miraba fijamente el agujero donde Sophia había estado, esperando sonido, movimiento, cualquier cosa que indicara que la niña seguía viva. Pero solo había oscuridad y el olor a tierra removida.—¡SOPHIA! —Edward gritó, ya moviéndose hacia el borde inestable—. ¡Responde!—No te acerques —Lady Agatha lo detuvo con mano firme—. El borde está comprometido. Si pones peso adicional, todo colapsará.—¡Entonces qué hacemos? —Clara exigió, lágrimas corriendo por su rostro—. ¡No podemos dejarla allí!—Necesitamos cuerdas —Edward dijo, ya quitándose su chaqueta—. Y alguien lo suficientemente ligero para bajar sin causar más daño.

El tiempo se había detenido.Sophia yacía en los brazos de Adrian, su pequeño cuerpo inmóvil, sangre empapando su vestido. Adrian presionaba desesperadamente contra la herida, tratando de detener el flujo constante.—No, no, no... —repetía como mantra—. Por favor, Sophia. Por favor no me dejes. No así. No por mí.Pero Sophia no respondía. Sus ojos permanecían cerrados, su respiración apenas perceptible.Clara se había quedado congelada, mirando la escena con horror que superaba cualquier cosa que hubiera experimentado. Y Beatrice... Beatrice seguía de pie con el revólver en mano, mirando lo que había hecho con expresión que oscilaba entre shock y satisfacción.—Beatrice —Edward habló finalmen

El sol había salido completamente cuando los guardias finalmente llegaron.Pero la luz que bañaba el claro del bosque no revelaba nuevo día lleno de esperanza. Revelaba pesadilla.Dos cuerpos yacían inmóviles en la tierra manchada de sangre: Isabella, con expresión casi pacífica a pesar de la herida en su pecho, y Beatrice, con los ojos abiertos mirando al cielo que nunca volvería a ver. James estaba desplomado contra un árbol, tan quieto que parecía estatua.Y entre ellos, los sobrevivientes.Adrian de rodillas, sus manos manchadas con sangre de Sophia. Clara presionando su costado herido, su rostro pálido como p

El carruaje que transportaba a Adrian se había detenido a metros del resto del grupo. Esposado y flanqueado por guardias, él miraba fijamente a Lady Agatha mientras el magistrado terminaba de leer la carta de Throne.Y con cada palabra, otra pieza del rompecabezas caía en su lugar.—Espere —Adrian dijo, su voz ganando fuerza a pesar de las esposas—. Si Sophia es hija de Throne... si Marcus no era su padre sino su hermano... entonces todo lo que me dijeron fue mentira.Miró a Lady Agatha con comprensión dawning en su rostro.—Me dijeron que Marcus había tenido aventura incestuosa contigo. Que Sophia era producto de

El tiempo se había congelado.Sophia de pie, tambaleándose ligeramente, sangre goteando de sus vendajes pero sosteniendo el arma con firmeza que contradecía su edad y condición. El cañón apuntaba directamente al corazón de Lady Agatha, quien por primera vez en décadas parecía genuinamente asustada.—Dame una razón —Sophia dijo, su voz temblando pero su mano firme—. Dame UNA sola razón para no apretar este gatillo ahora mismo.Nadie se movía. Los guardias habían desenvainado sus armas pero no se atrevían a disparar. No a una niña. No a una niña herida que acababa de descubrir que toda su vida había sido mentira construida sobre mentiras.

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