POV Valeria.El regreso a la mansión fue como despertar de una pesadilla. Durante días había vivido con el corazón encogido, temiendo lo peor. Ahora, mientras el coche se acercaba a la entrada, no podía dejar de mirarlo de reojo: a Armando, exhausto, más delgado, con las huellas visibles de su lucha en la selva, pero vivo. Vivo. Esa sola palabra llenaba mis venas de gratitud y amor.Apenas bajamos del coche, las puertas se abrieron y todos salieron corriendo hacia nosotros. Ana fue la primera en abrazarme, casi apretándome un costado. Cinthia, Alma, Adrien, todos sonreían con alivio. Pero nada me preparó para lo que ocurrió después.—¡Papá! —la voz cristalina de Vanessa atravesó el aire como una flecha.La niña corrió, sus rizos volando, los bracitos abiertos hacia Armando. Él se agachó como pudo, con gesto de dolor, y la recibió en sus brazos. Yo me quedé inmóvil, con la garganta hecha un nudo.—Mamá… —dijo Vanessa, girando su carita hacia mí mientras lo abrazaba—. ¡Trajiste a papá d
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