Cassandra sostuvo el test de embarazo como si fuera evidencia de crimen que era, girándolo bajo luz matutina para ver mejor la fecha.—No empaqué esto —repitió por tercera vez, su voz adquiriendo tono histérico que odiaba—. Juro sobre la vida de nuestro hijo que no puse esto en mi maleta.Sebastián escribió: Lo sé. No te estoy acusando.—¿Entonces cómo llegó aquí?Esa era pregunta que ninguno quería responder.—Revisemos todo —decidió Cassandra, volcando contenido completo de su maleta sobre cama—. Cada maldita cosa.Lo que encontraron en siguiente treinta minutos fue catálogo de pesadilla:Ropa interior de encaje rojo que Cassandra definitivamente no poseía —no era su estilo, no era su talla, pero estaba doblada perfectamente entre sus cosas como si perteneciera allí.Tres fotos impresas en papel fotográfico brillante: ella y Sebastián en varios eventos públicos, pero ángulos extraños, como si fotógrafo hubiera estado
Leer más