Mundo ficciónIniciar sesiónLas veinticuatro horas de observación se sintieron como semana completa. Cassandra permaneció en cama hospital mientras enfermeras revisaban presión arterial cada dos horas y doctores hacían ultrasonidos obsesivos para confirmar que desprendimiento placentario no empeoraba.
Para cuando doctor Ramírez finalmente entró con autorización de alta, Cassandra estaba lista para arrancar su propio IV.
—Sangrado detenido completamente —anunció, revisando gráficos—. Placenta parece estabilizada. Pero condiciones son estrictas, señora Blackwood. Reposo máximo. Sin estrés. Y monitoreo diario de presión arterial.
Le entregó tensiómetro portátil.
—Tres veces al día mínimo. Si sube de 140/90, me llama inmediatamente. Si sangra aunque sea gota, ambulancia. ¿Entendido?
—Entendido.
—¿Y hacia dónde van exactamente?
Sebastián escribió solo: Lugar seguro. Sin prensa. Sin amenazas.
Doctor Ramírez no preguntó más. Había visto suficiente de su







