El aire nocturno lo golpeó con la frialdad de la situación, y sus pensamientos giraban sin cesar. El combate con la bruja, el enfrentamiento que casi le cuesta la vida, aún estaba fresco en su mente. La rabia, la confusión, el miedo por Adara y la incertidumbre por el futuro... todo se entrelazaba. Aun cuando la batalla había terminado, la sensación de derrota lo acompañaba, como si algo irremediable hubiera ocurrido.No podía creer que se encontrara allí, tan cerca de perderlo todo. El error había sido suyo. De alguna manera, algo había fallado en sus cálculos, y la bruja había logrado penetrar el perímetro fortificado de la propiedad Drakos, un lugar que siempre había considerado seguro, impenetrable. Pero lo peor de todo era que había puesto en riesgo a Adara, la mujer que había jurado proteger.No imaginó que nada de eso sucediera, menos que ella apareciera de la nada. En silencio agradeció que hubiera sido así. «Ves lo que causó no haber pensado bien esa decisión de volver», gruñ
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