—Daniel, gracias por todo, es el mejor día de mi vida — lo escuchó decir en un emocionado susurro, que apenas sobresalió entre todas las voces y risas.—Ni siquiera ha comenzado, ¿cómo va a ser el mejor día?—Es que todo esto es muy bonito y no puedo sentirme más feliz. Eres el mejor novio.—No soy el mejor, tonta, soy el único. Dijiste que no había habido nadie antes, porque no ha habido nadie, ¿verdad?Serena sacudió la cabeza y se quebró en risas, pegándose más a su lado. Las latas de alcohol quemaron contra sus dedos debido a lo congeladas que estaban y maldijo.—Entonces eres el mejor y el único.—Eso me gusta más —replicó en tono juguetón, mordiéndose la esquina del labio superior.La contempló reír de esa forma tan suya y sus ojos se perdieron en sus ojos, su nariz, su boca, la línea de su mandíbula, la curva de su cuello, sus pómulos resaltados, sus mejillas coloreadas, sus clavículas marcadas, su abrigo tejido de figuras de colores, sus shorts azules, su piel de porcelana, su
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