Su Serena, su SerenaBesó cada parte de su torso, corriendo la calidez de sus ensalivados labios por los ángulos de sus costillas, que daban paso a la suave curva interior de su estómago. Jugueteó un rato con su ombligo y cuando legó hasta su pelvis, Serena cerró y apretó sus piernas, contrayéndose en vergüenza. Daniel rio y le mordió los muslos, rodando sus pezones entre sus dedos y tirando de ellos.—¡Ahhhh!—¿Te gusta mucho acá, verdad?Serena pataleó, pasando su antebrazo sobre su rostro y Daniel subió hasta su boca para volver a besarla con fogosidad, con sus lenguas acariciándose y topándose. Apretó sus labios con sus dientes suavemente y le giró de espaldas con cuidado, pasando a besarle la nuca, los omóplatos, la espalda, mordiendo cada centímetro de su columna vertebral y sujetándole con seguridad de la cintura para luego elevársela y quedar maravillado ante la semejante vistaElla se removió para darse la vuelta, avergonzada, pero Daniel la sujetó, barriendo la cobertura de
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