Javier abrió los ojos poco después de que ella se fue, sintiendo la soledad como un peso abrumador en el pecho.Su mano buscó el otro lado de la cama, anhelando el calor de Paula, deseando abrazarla de nuevo.Pero cuando no la encontró, un escalofrío recorrió su cuerpo, como si tuviera un mal presentimiento de que algo no estaba bien.—¿Paula? —su voz resonó en la alcoba, un eco de desesperación, pero ella no respondió.—¿Paula? —repitió, esta vez con más fuerza, como si pudiera atraerla de vuelta con su llamado.Al abrir bien los ojos, algo en la habitación le pareció extraño. A su lado, en la cama, encontró una nota.Un nudo se formó en su estómago mientras un escalofrío le recorría la espalda. Con manos temblorosas, tomó la nota y la leyó.“Debo hacerlo, es la única forma de sentir paz, Javier, ¡perdóname! Iré a buscar a Felicia, me citó en el acantilado Monterroso, es hora de que ella y yo saldemos nuestras deudas. Te amo y a nuestros hijos, Paula”.El corazón de Javier se hundió e
Leer más