—¡Ahí están! ¡No los pierdan de vista! —gritó uno de los reporteros apostados frente al edificio, señalando a la pareja que salía rápidamente del auto. En cuestión de segundos, una oleada de flashes iluminó la entrada. Los periodistas corrieron tras ellos, convencidos de que se trataba de Cristina y Salvador, la pareja más buscada del momento.

—¡Espere, señor Meyer! ¡Solo queremos unas palabras! —pidió uno de los hombres con el micrófono en alto.

—¡Y nosotros queremos escuchar a la señora Cristina! —añadió una reportera jadeando por el esfuerzo de correr con los tacos.

Sin embargo, la pareja que perseguían se detuvo de golpe. La reportera bajó el micrófono, confundida.

—Un momento... estos no son ellos —dijo frunciendo el ceño.

En ese preciso instante, otro periodista señaló hacia la entrada.

—¡Allí están!

Pero ya era demasiado tarde. Cristina y Salvador habían aprovechado la distracción par