Mundo ficciónIniciar sesiónSalvador giró el volante con precisión mientras el auto se acercaba a la sede principal de Lácteos Meyer. Desde adentro, podía verse tranquilo, pero en realidad su mente era un torbellino.
Había logrado escapar del acoso de los reporteros frente a la casa, o eso creía.Cristina, a su lado, mantenía los brazos cruzados, mirando por la ventana con gesto serio.—Creo que ya los dejamos atrás —dijo él, exhalando aliviado.Pero su expresión cambió apenas dobló por la esquina del edificio. Frente a la entrada principal, una multitud de periodistas se agolpaba tras las vallas de seguridad. Micrófonos, cámaras, flashes. Todos esperaban.Salvador frenó de golpe.—Mierda… —murmuró, golpeando el volante.Cristina se inclinó hacia adelante y abrió los ojos, incrédula.—Debiste haber sido claro con tus declaraciones. Mira eso —señaló con el dedo las decenas de cámaras apostadas en la puerta—. No nos






