Capítulo 91Tenía miedo de que mi cabeza estuviera inventando ideas. Quizás solo era una coincidencia, pero la actitud de Clarisa me pareció extraña.Santiago no le prestó atención cuando salió del baño, y eso me tranquilizó un poco. Me abrazó desde atrás, me dio un beso suave en el cuello y me recordó que debía descansar.Terminamos acostados juntos, y aunque lo deseaba, él fue quien puso el límite.—Tienes que cuidarte, amor —me dijo mientras me acomodaba entre sus brazos—. No quiero que te esfuerces.Asentí, y lo abracé. Me dormí con su respiración tranquila junto a mi oído, pero la cabeza seguía dando vueltas. No podía dejar de pensar en Clarisa.Por la mañana, cuando bajé al comedor, ella ya estaba ahí, sirviendo el desayuno.La mesa estaba llena: pan, frutas, jugo, café, todo perfectamente ordenado.—¡Buenos días! —dijo con una sonrisa grande—. Espero que te guste, lo hice con mucho cariño.Me sentí mal por haber pensado mal de ella. Quizás estaba siendo injusta. Clarisa había s
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