Capítulo 81Narrado por Luisa...Desperté en una fría y blanca, tarde varios segundos en enteder que era un hospital, Sentía el cuerpo pesado, la cabeza me dolía y Solo recordaba que me desmayé, pero no sabía ni cómo.Parpadeé varias veces, Me costaba enfocar la vista —Estás despierta —escuché la voz de Isabel cerca de mí.Me giré y la vi sentada a mi lado, Su cara era de preocupación y tenía los ojos hinchados como si hubiera llorado.—¿Dónde estoy? —pregunté en voz baja.—En el hospital, te desmayaste, Fue tu corazón, Luisa, de nuevo te molesa—¿Y el bebé?—Está bien —dijo rápido—. No hubo complicaciones, pero te vas a tener que cuidar mucho.Asentí, tranquila, Sentía un cansancio que era más que físico, era como si el alma también estuviera agotada.—Santiago y Emiliano están afuera. Quieren hablar contigo —añadió Isabel con cuidado, tomando mi mano.Abrí los ojos otra vez y la miré firme.—No quiero verlos.—Luisa…—No, Santiago le pedí espacio y no me lo ha dado. Aparece en cada

Capítulo 83Le di un golpe a la mesa en sinónimo de protesta, levanté la voz, no podía dejar que él pensara que yo era débil.—¡No puedes hacernos esto! ¡Estamos embarazadas las dos! ¿Qué clase de hombre encierra a mujeres en este estado?Roberto no se inmutó, parecía no tener corazón ni siquiera con la que decía era su hija, Se acomodó en la silla, tomó su copa de vino y bebió con calma, sabía que tenía el control de la situación.—No quiero que se asusten —dijo con una voz tranquila que me dio más miedo que la tranquilidad que fingia —. Mientras estén en mi casa, no les va a faltar nada, comida, seguridad y privacidad. Solo quiero que entiendan… que ya no están solas, soy un ángel caído del cielo.—¿Y mi padre? —pregunté con rabia—. ¿Dónde está su cuerpo? No puedo creer que hable tan tranquilo después de ser el causante de nuestra desgracia.—Lo enterrarán esta noche —dijo—. En un lugar digno, con todos los honores. Él me cuidó a Isabel como su hija y Siempre se lo voy a agradecer.

Capítulo 85 Había una atención palpable en ese momento entre los dos, el lo único que quería era mantenerme bajo yugo, de un momento a otro empezó a reírCuando Roberto dejó de reírse, su voz cambió—Eres la primera mujer que me reta, y no sabes lo mucho que me gusta, te estás convirtiendo en un reto personal para mí.Esa noche tuve que preparar a Ethan para el viaje, Le expliqué con caa que su tía y yo nos quedaríamos en la isla un tiempo, pero que él tenía que viajar con su papá y portarse bien. No pensé que mi hijo pudiera mantener la calma en este momento tan difícil para nosotros, lo abracé con fuerza, respiré su olor y traté de memorizar cada parte de su cara.Antes de que lo subieran al barco, pude meter en el bolsillito de su saco un papelito. Lo hice rápido , el corazón a mil, esperando que nadie lo encontrara.Escribí dos nombres y lo poco que sabía, era corta, dirigida a Santiago y a Emiliano, lo doblé tres veces y lo escondí .No sabía si serviría, pero era mejor intenta

Capítulo 87Narra Luisa...Estaba temblando,. La situación no estaba a nuestro, imaginaba que al encontrarse sin opciones Roberto podría perder la razón y hacernos dañoIsabel estaba en el suelo, no dejaba de sangrar estaba muy preocupada de que pudiera perder su bebé, lloraba pensando lo peor.—Isabel… mírame —le susurré, arrodillándome a su lado—. Tenemos que salir, No te quedes aquí, respira.Ella apenas podía contestar, solo gemía y se agarraba la barriga con fuerza.Me puse de pie y la ayudé a levantarse, Nos movimos despacio por la casa, yo prácticamente la cargaba, buscando una salida, cualquier puerta, cualquier ventana.De pronto, escuché una ráfaga de disparos, Las balas pegaron contra la pared, logramos esquivarlosMe giré y lo vi. Roberto estaba al final del pasillo con un arma en la mano, sus hombres lo habían dejado, tenía los ojos llenos de rabia y la mandíbula apretada.—¡No te muevas! —gritó.Me quedé quieta, protegiendo a Isabel con mi cuerpo, Mi corazón iba tan rápi

Capitulo 89Emiliano me presentó a la mujer apenas ella ya estaba en una sala esterilizada y le sacaban sangre con una manguera.Venía desde Chicago. Era joven, un par de años más joven que yo muy bonita, aunque llevaba ropa sencilla, algo rota y se notaba que no le había ido bien en la vida pero mantenía una sonris, aun así, se notaba su belleza.Tenía como un toque rural, humilde, pero con una seguridad que me llamó la atención. Se llamaba Clarisa.Nos saludamos y enseguida empezó a hablarme. Me contó que era huérfana, que había crecido en un orfanato donde nadie quiso adoptarla por su tipo de sangre. Era portadora de sangre RH nulo, y ningún padre la quiso porque podría significar más gastos.—Vi tu mensaje en la televisión y no lo dudé —me dijo—. Sentí que era el momento de hacer algo importante con mi vida.Yo le tomé la mano, emocionada, Le agradecí por haber venido desde tan lejos, por ofrecer su sangre para Santiago, me contó que había vendido su celular para pagar el pasaje