Abigail comenzó a reír, mientras que su cabeza intentaba procesar las palabras de Rafael.Sin embargo, esa sonrisa se borró rápidamente al ver la seriedad de él. —¿Estás hablando en serio? —preguntó subiendo una de sus cejas. —¿Ves que me estoy riendo? Abigail te acepté aquí de nuevo, pero sigo insistiendo que debes suplicar, sigo insistiendo que debes… —No debo nada, te crees con el derecho de humillarme. Lo siento, pero tú no eres nadie para hacerlo —habló con rabia. Sí, necesitaba el dinero, necesitaba el trabajo… pero no quería perder tan fácil la dignidad. —No puedo seguir con esto, en verdad volví porque Max lo pidió, pero en estas condiciones no pienso trabajar. —¿Y quieres que llore o te ruegue? Aquí la única que tiene que rogar eres tú. No pienso tener nada de consideración por ti. Abigail tomó aire, esto era demasiado… él era peor que un monstruo. Él era como su abuela. —En verdad creí que era su nombre diferente, pensé que tenías buen corazón. Pero me equivoqué. —A

Rafael al ver como la mirada de ella se cristalizó, sintió unos impulsos desgarradores por ir a consolarla. Se veía pequeña, vulnerable. Y eso para él era una completa debilidad, podía soportar cualquier cosa, menos verla así, eso lo carcomía por dentro. Algo malo le había pasado y esa era la única explicación para que ella prefiriera agachar su cabeza y volver a él. Él en esos momentos estaba debatiéndose entre lo que tenía que hacer y lo que su corazón le indicaba. —¿Y ese cambio de opinión a qué se debe? Creí que preferías estar muerta antes de volver. —Es algo de mi vida privada, no es algo que te deba importar. Solo necesito que me respondas sí o no.—Ante el más mínimo error la oportunidad se acabará Abigail.—Lo tengo muy claro. Él dio media vuelta, no esperaba eso. Creyó que no la volvería a ver, que podría seguir su vida como antes sin imaginarla cuando estaba con su esposa. Sin que apareciera en su cabeza en los momentos menos adecuados. —Pero, señor Baker… Rafael —l

Luego de dejar a Gabriel en casa bien temprano luego de que le dieran la salida, se fue corriendo a la oficina. No iba a cometer ni un solo error, no quería que la situación entre ellos dos fuera compleja, mucho más compleja de lo que ya era. Llegó hasta la oficina con algunos minutos de ganancia, haber corrido en los últimos kilómetros a pesar de haber sido agotador, le sirvió. Tocó la puerta e ingresó hasta que Rafael le permitió. Se quedó el silencio a un lado escuchando como hablaba por teléfono. Ella esperó hasta que terminara, pero la curiosidad le ganó.Necesitaba saber sobre esa mujer, esa que era un peligro para ella y para las personas que más amaba. —¿Era la señora Elizabeth? —Sí, mi abuela preguntó como me estaba yendo. Omití contar sobre nuestro reencuentro, quiero que su tranquilidad sea lo más importante. —Me imagino que a su edad seguramente sufre del corazón o algo así… y enterarse de que de nuevo estamos tan cerca no le gustará para nada. —Afortunadamente tod

Rafael la miró de reojo en el carro, ella estaba concentrada en su teléfono, ignorando por completo su presencia. La curiosidad le picaba, saber más de su vida, saber que estaba pasando con ella… saber sobre sus sentimientos. Todo eso lo estaba enloqueciendo, no solo era tenerla cerca sino también tener que ver como ella de manera descarada se comportaba de esa manera con Max. Los celos se apoderaban de él cada que veía como ella actuaba de esa manera.Al llegar a la fábrica, se cambian de ropa y comienzan a recorrer los pasillos. Rafael mantenía su postura, serio y arrogante especialmente al ver cómo los empleados de allí la trataban con tanta cordialidad, con tanta confianza.A pesar de que quería tratar a los empleados como debía ser, no podía. Los celos no se lo permitían. Cada vez que veía que alguno hablaba con ella con un coqueteo inusual, cada que veía que ella le sonreía a alguno.Él se detuvo en una de las oficinas y le indicó que siguiera. Habían recorrido todas las inst

Abigail guardó silencio, no esperaba esa pregunta. Sí, lo amaba con locura, con una locura desbordada. Pero ¿Qué pasaría sí decidiera decirle la verdad? —Responde Abigail. —¿Acaso cambiaría en algo lo que yo responda? Tú estás casado Rafael estás casado, con una mujer que te ama… estás con ella y ya nada de lo que diga o haga va a cambiar, especialmente por…Ella quedó en silencio cuando él pegó sus labios a los suyos, cuando atrapó sus labios con intensidad, con deseo, con necesidad.Rafael la besó con posesividad como hace mucho deseaba hacerlo como su cuerpo lo pedía como su corazón lo deseaba. Sentir su cálido lento mezclado con el suyo.Por unos instantes olvidaron por completo que el mundo exterior existía, que ya no eran los mismos que antes. Ella se separó luego de que volvió a su realidad. La mirada de Rafael había cambiado por completo, en ese momento ya supo que había sido muy mala idea haber aceptado que él la ayudara.—No hay necesidad de que respondas, pude notarlo,