El restaurante se encontraba en la planta más alta de un edificio de Park Avenue, reservado por completo solo para ellos. Las luces eran suaves, cálidas, bañando las paredes de mármol con un resplandor ámbar. La mesa estaba dispuesta con una precisión exquisita: copas de cristal fino, cubiertos de plata, un centro de flores blancas y una botella de champaña enfriándose en un cubo transparente. Todo parecía diseñado para crear una burbuja de intimidad que no pertenecía al mundo exterior.Sophie entró con un vestido negro que Damien había mandado dejar en su habitación esa tarde. La tela se ajustaba a su cuerpo como una segunda piel, dejando al descubierto sus hombros y parte de la espalda. Al verla, Damien se puso de pie, sin apartar la mirada. Vestía un traje oscuro, perfectamente entallado, y la simple forma en que sostenía su copa bastaba para imponer presencia.
Leer más