Vito buscó en el grupo de personas el rostro de su amiga, pero no dio con ella...aunque sí con alguien más. Una rubia con vaqueros, botines y una campera de cuero que daba la impresión de que no debían siquiera rozarla. Muy hermosa, pero destilaba lo que muchos soldados. Disciplina letal. —Tú— dijo el hombre de rizos que se acercó entendiendo que no vería a Salomé. —Yo— respondió Aranzu con un leve gesto, intentando tomar la maleta, pero él evadió la mano. —¿Por qué no me lo dijiste cuando hablamos?—Porque esto es parte de mi empleo y no un ofrecimiento por amistad— encogió las mangas de la chaqueta volviendo a estirar la mano. —¿Como me vería si permito que una dama cargue las cosas por mí?— argumentó instando a caminar. —Es mi trabajo— justificó la rubia que exhaló sin más remedio. —Con Salomé y el candidato tal vez. Conmigo no tienes la obligación— el sonido de llamados para vuelos a punto de partir no evitó que escuchara el leve bufido. —¿Agotada?—Mucho— Aranzu se detuvo

—Ulric Müller— Johan deslizó la fotografía hacia Anthony, quien la atrapó con sus dedos arrastrándola sobre la mesa. —Legalmente Ulric Carvalho. —¿Hijo o sobrino de Alvin?— indagó el Ángel de la muerte, dejando la imagen que Asher tomó para verlo. —Hijo— contestó Johan deslizando la silla para unirse a la mesa. —Lo conocí en un club de pelea en Düsseldorf. Lo único resaltable es que encuentra la manera de colocar policías de su parte, por lo que no es exactamente una fuente confiable usarlos a favor en su búsqueda. —Una de ellas es Thaily y el otro dices que se llama Edser, pero la otra— increpó señalando a la mujer más joven. —La estafadora. —No lo he confirmado, pero las opciones son que es hija o sobrina de Thaily— destacó Johan. —Hay uno más que está con ellos— Asher se movió para apuntar en la grabación. —El que está atrás de Edser...aquí— la silueta apenas se distinguía. —Parece decirle algo a Urlic antes de que él suelte el dispositivo con humo. Johan se fijó en e

Esas entradas a escenarios eran tan parecidas a un set de grabación, que a Salomé no se le complicó acercarse a la tarima, en donde su prometido atendía llamadas que aseguraban que todos los flancos estaban cubiertos. —La persuasión de NEXUS se basa en la oportunidad que la delincuencia necesita para regenerarse y retribuir a la sociedad el daño— mencionó Salomé tomándole la corbata cuando lo vio colgar. Johan deslizó la vista sobre el collar de diamantes que decoraba el cuello delicado. Mientras Salomé le ajustaba el cuello de la camisa, él disfrutaba de mover los dedos sobre la piel perfumada, delicada y suave de la mujer que rió al sentir que él le rozó los labios en un gesto fugaz. —Concentración— lo reprendió. —Lo estoy—. Johan saboreó su labio inferior. —Dos minutos—, lo besó en respuesta y después se alejó. —Recuerda que no hay pautas esta noche. Me refiero a tu discurso—, le aclaró al verlo lanzar una mirada de incitación.—Todo—, dijo él a la distancia y ella negó con un

"Podrías enviarme la pieza más valiosa que tu bolsillo ajustado pueda permitirse, pero sucederá exactamente lo mismo: volver a tus manos."Julián supo de parte de quien era el paquete que acababa de llegar con simplemente ver la nota que llevaba encima. No tenía firma, pero reconocía esa letra cursiva. Presionó fuerte el puño, desbaratando el papel que se arrugó. El sabor en su boca fue tan desagradable como la imagen en el televisor, en la cual aparecía el imbécil de Johan Crown tomando por la barbilla a la mujer que se dejaba besar con entusiasmo. Recordó las palabras de Vito recientemente y se tomó todo con calma. Los arranques llevaban a errores y los errores a las pérdidas. Él ya había tenido muchas y ahora que estaba a pocos pasos de lograr su objetivo, no iba a echarlo a perder. Su cabeza estaba en juego, no lo iba a arruinar.—¿Qué se trae Báltico entre manos?— movió ligeramente su mirada hacia la mujer que llevaba algunas carpetas oscuras en sus brazos. —Anda muy misterios

Mientras Julián le decía a Báltico sobre lo ocurrido, Lang veía a su hija reírse frente al televisor junto a su madre y su hermano. No dijo nada sobre lo que aparecía en la pantalla, pues aún sentía lo que descubrió como algo inasimilable. El candidato Crown ahora era elogiado y él no hizo un solo comentario. Eso ya era un signo de alarma para su esposa, aunque no quiso decir nada frente a sus hijos. Aunque Richard entendió, por la mirada que le dedicó, que no tardaría en preguntar. Estaba enfadada porque ocultaba muchas cosas, y era claro que algo así también debía hacerlo. Entre tensiones en los dos partidos, Johan y Salomé pasaron la noche viendo las tomas que se transmitían, abrazados en el balcón mientras ella se reía al ver que, horas antes no eran más que los seres repugnantes de la política y ahora, los llamaban "La dupla del cambio". Una prueba más de lo cambiante que era la política. Pero lo dejaron de lado para discutir sobre un tema de mucho más interés. —¿Seguro que e