~Damián~Su boca todavía estaba abierta, con semen goteando de su lengua, y sus labios rojos y arruinados. Su rostro era un desastre de lágrimas, baba y satisfacción. Y joder, yo solo me quedé allí, mirándola fijamente como si fuera el altar maldito al que iba a pecar de nuevo.Mi pene se estremeció, todavía jodidamente duro, cubierta de baba, líquido y el calor de su garganta arruinada. Y la forma en que me miraba, como si fuera Dios, el Diablo y Papi todo en uno, hizo que cada instinto sucio en mí gruñera de nuevo.—¿Más? —susurró, como si no hubiera tomado todas las gotas de mi semen, como si no hubiera metido mi pene hasta la base mientras su rímel se derretía por sus mejillas, como si quisiera ser rota.Mi mandíbula se apretó, mis huevos me dolían y mi mente daba vueltas, porque no importa cuántas veces la jodiera, nunca era suficiente. No cuando ella se veía así, no cuando me lo pedía, no cuando su cuerpo gritaba "úsame, Papi" con cada gemido jodidamente desesperado.Me incliné,
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