~Lira~
Era guerra. Era castigo. Era todo lo que había estado soñando y frotando mi almohada y llorando en mis sábanas durante los últimos seis meses. Era violento y húmedo y profundo y enojado y perfecto. Y me entregué a todo.
Gemí en su boca... mis labios abiertos, mi lengua desesperada, todo mi cuerpo intentando arrastrarse dentro de él. Mis piernas se envolvieron alrededor de su cintura porque no pude evitarlo. Porque lo quería más cerca. Porque necesitaba algo contra lo que frotarme o iba a perder la cabeza.
Y cuando se echó hacia atrás lo suficiente para hablar... sus labios estaban rojos, hinchados y húmedos, y sus ojos estaban oscuros como si ya no me viera como una chica. Me veía como un polvo. Como un celo. Como algo que estaba a punto de reclamar de la manera más asquerosa, deliciosa y salvaje.
—Ahora eres mía. ¿Me entiendes, Lira?
Su voz no solo vibró en mis oídos. Fue directo entre mis piernas. Directo a mi estómago. Directo a la parte de mí que ya se estaba apretando solo